Por Ricardo Montoya
A veces es saludable que el orden público remueva sus cimientos. El miércoles 7 de octubre de 2020, después de interminable espera, por fin ocurrió: por primera vez en el país un partido de fútbol fue enteramente narrado, comentado y reporteado por colegas mujeres. Rosa Muñoz, Talía Azcárate y Camila Zapata se encargaron de analizar el empate entre Atlético Grau y Deportivo Binacional por la decimoquinta fecha del Apertura. Gol tardío, pero justo.
Hay razones para celebrar. La diversidad ha ido encontrado un espacio en los medios haciéndose campo por derecho propio. Históricamente la fórmula para capturar al público en el deporte ha apelado a recetas esquemáticas, casi todas con perspectiva androcentrista. Se hace urgente, decía Valdano, contextualizar el suceso deportivo para entenderlo mejor, y para ese propósito la pluralidad de las distintas voces es indispensable. No es una simple cuestión de género, ojo. Es el reconocimiento a las periodistas que consagraron su trabajo a cubrir actividades deportivas. La justa correspondencia de valorar a quien se lo ha ganado.
En Argentina, por ejemplo, Morena Beltrán encandila desde la profundidad con que examina lo que ocurre en el campo. Su ascenso meteórico responde a su conocimiento. A su saludable osadía de permitirse una tarea casi siempre ejercida por varones y además hacerlo estupendamente. Algo similar ocurrió con la mexicana Marion Reimers, la primera mujer hispanoamericana en narrar una final de la Champions league el 2019. “La Reimers”, como la conocen en su tierra, afirma que el deporte es un romance que dura toda la vida.
No hasta hace mucho, el papel de las mujeres en los estadios era meramente representativo. Describir el ambiente en los alrededores, informar alguna estadística o animar la previa de los juegos eran sus intervenciones frente a cámaras. El estereotipo reinante las limitaba a labores accesorias. Salvo honrosas excepciones no había cupo para ellas en el periodismo deportivo.
“Tarjeta Rosa”, la añorada columna de Chiara Roggero en Deporte Total pertenece a ese grupo de felices anomalías. Su visión aguda, su pluma impecable y el humor negro con que acometía sus escritos la convirtieron en lectura obligatoria en este masculino mundo.
De a pocos, y con perseverancia ellas han empezado a surcar el océano del deporte. Ale Del Solar es mucho más que solo la hermana de Chemo, Romina Antoniazzi fue la jefa de prensa de Perú en el Mundial, Ornella Palumbo dignifica la profesión en ESPN, Daniella Fernández Vassallo asombra por su versatilidad polideportiva, Andrea Closa destaca en RPP, etc. Detrás de ellas existe un vasto contingente de profesionales apasionadas por seguir la misma ruta que iluminaron en su momento Pocho, El Veco, San Román, Beingolea, Peredo.
Las coberturas han dejado de ser de exclusiva propiedad masculina. La visión patriarcal del deporte está cediendo el paso a un nuevo orden. Uno que honra capacidades y le otorga las llaves del reino a quien se lo merece. Bienvenido sea.
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