Por Jesús Fernandez Cabero
En pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos de 1976, una jovencita rumana de 14 años de edad pasaría a la historia al ser la primera competidora de puntaje perfecto en gimnasia olímpica. Con aplausos inacabables y una ovación que se acrecentaba con los segundos, Nadia Comaneci y su espectacular demostración gimnástica sorprendían a los asistentes del Swiss Timming de Montreal Forum, quienes, en su mayoría, habían optado por decantarse entre Nelli Kim y Lyudmila Turischeva, contendoras de la estrella naciente de Rumanía.
Nadia Elena Comaneci nació el 12 de noviembre de 1961 en Bucarest, Rumanía. Su amor por la gimnasia y los deportes empezó a la cortísima edad de 6 años, razón por la que Bela y Marta Karolyi, reconocido matrimonio de formadores de atletas, la situaron en el espectro deportivo internacional. De hecho, es la preparación cuasi militar de la pareja con ideales socialistas lo que logró explotar y perfeccionar el desmesurado potencial de Comaneci.
DIAMANTE EN BRUTO
El brillo de Nadia comenzaba a notarse a la edad de 7 años en pleno Campeonato Nacional Juvenil de Rumanía. Si bien el puesto obtenido estaba lejos de su real potencial (acabó en el 13er lugar), Bela Karolyi sabía que había que pulir a la pequeña rumana para que saque a relucir el verdadero animal competitivo de su interior. Tan un solo un año después, y a base de un entrenamiento exhaustivo, Nadia se coronaba con el primer lugar, dejando en claro que se avecinaba una nueva heredera al trono.
Y así, a base de estrictos entrenamientos, la niña de ascendencia rumana comenzaba a brillar de entre un firmamento de jóvenes estrellas. Con 13 años a cuestas y un futuro por delante, la promesa de Bucarest siguió al pie de la letra las indicaciones de la pareja Karolyi, especialmente, los de Bela, a quien muchas fuentes citan como el gran responsable del su éxito.
“Él fue su entrenador, su padre, su mentor, el nutricionista que cada día pesaba los escasos gramos que ingería y el enfermero que le suministraba líquidos para que sus músculos se oxigenasen.” (Eva Güimil, 2018, en conversación con ‘El País’)
NO TOCÓ EL CIELO. SIMPLEMENTE, VOLÓ.
A pesar de haber logrado reconocimiento internacional a su corta edad, Nadia no era la favorita para adueñarse de, al menos en el papel, una presea de oro en territorio canadiense. Nelli Kim y Lyudmila Turischeva, dos jovencitas de origen soviético, partían como predilectas tras alcanzar podio en los Juegos Olímpicos de Múnich. Para muchos fanáticos y seguidoras de la gimnasia, la adolescente de 14 años no tenía chance de competir frente al poderío ruso.
Sin embargo, y contra todo pronóstico mayoritariamente ruso, Comaneci logró una actuación sublime en gimnasia artística, precisamente en asimétricas, durante la contienda por equipos. Es así que, con una mezcla de gran técnica y una excelsa sutileza corporal, la nacida en Bucarest tallaba su nombre en los libros de historia al ser la primera gimnasta que lograba el puntaje perfecto. El revuelo era innegable, tanto así que los marcadores, que hasta ese momento solo puntuaban con tres dígitos, le dieron un ‘1,00’, por ello, se tuvo que aclarar que en realidad le correspondía la nota máxima jamás alcanzada en su categoría: 10.
Pero su genialidad no acaba ahí. Nadia se acostumbró a trascender los límites humanos y terrestres, logrando acumular 7 perfectos dieces a lo largo de toda su participación olímpica. ¡¡UNA LOCURA ABSOLUTA!!
Gracias a lo presenciado el 18 de julio de 1976, el deporte femenino pasó al primer plano mediático y marcó a varias mujeres que vieron en Nadia, un ejemplo de que el talento se trabaja y los récords están para romperse.
CONSTANCIA DE ANTAÑO
Si bien es cierto que la exhibición que realizó aquel día en Montreal fue su obra maestra, Comaneci ya venía destacando esplendorosamente en competencias por todo el ‘viejo continente’. En 1975, durante distintos torneos europeos realizados en Noruega, la rumana consiguió imponerse 4 veces a su contendora principal y potencial medalla de oro olímpica: la soviética Lyudmila Turischeva. Al año siguiente, precisamente en Nueva York, la ‘novia de Montreal’ no solo alcanzó la gloria tras alzar la Copa de América, sino que, para sorpresa de todos, se convirtió en la primera mujer que ejecutaba el “dificilísimo doble mortal de espaldas en la salida de su ejercicio de asimétricas.” (Ruiza, Fernández y Tamaro: 2004.)
ESTILOS DIFÍCILES
Cabe preguntarse cuál fue aquel estilo predominante que cautivó y enamoró a jueces, espectadores y televidentes durante sus años dorados. Pues, si bien existe un amplio abanico de técnicas y modalidades de Comaneci, son dos estilos sobresalientes los que empleó durante campeonatos y torneos internacionales, especialmente, en los Juegos Olímpicos.
Summersaults
Esta modalidad de gimnasia rítmica consta de una voltereta gracias a un denodado impulso de los brazos. Aunque cabe precisar que es una acrobacia que reluce por su dificultad, Nadia la efectuó desde sus inicios competitivos en el jardín de infantes. De acuerdo a diversos portales deportivos, es en la práctica dinámica de los summersaults en que la rumana se enamora perdidamente de este deporte.
Barras asimétricas
Quizá sea el ejercicio de mayor costo para los gimnastas rítmicos. Sin embargo, Comaneci logró colgarse dos medallas de oro, tanto en barra individual como en equilibrio.
INFLUENCIA HISTÓRICA
Era cuestión de tiempo para que las grandes industrias del entretenimiento y el espectáculo vieran en Nadia una mina de oro comercial. Apariciones en portadas internacionales como ‘Time’, fotografías en primera plana de revistas y telediarios y hasta una canción con su nombre (Nadia’s theme) fueron el principio de su alcance mediático tras erigirse como la niña de los ‘sietes dieces’. Sin lugar a duda, una tendencia que ha logrado mantenerse hasta nuestros días.
NADA NI “NADIA” DURA ETERNAMENTE
Para la opinión pública en general, Nadia vivía plenamente despreocupada y feliz, teniendo en cuenta su condición de mega estrella. No obstante, tras esa apariencia dócil e inerte, el mundo de Nadia estaba por dar un giro de 180 grados. Sus padres se hallaban tramitando su divorcio, suceso que para los medios y la prensa no era más que carne fresca por devorar. Así, el imaginario colectivo pasó de sentir una atracción deportiva por Nadia a verla como una fuente de espectáculos y burda chismografía.
Uno de las noticias más sonadas por esos años fue un supuesto romance entre Nadia y Nicu Ceausescu, hijo del mandamás Nicolae Ceausescu. La prensa no tardó en especular supuestos lazos pre matrimoniales, salidas, amoríos que, a la postre, serían desmentidos categóricamente.
Pero las tempestades dentro de la acelerada vida de Nadia no estaban ni cerca de parar. A la separación de sus padres se le sumó la continua y avasalladora intervención de Ceaucescu padre, dictador del régimen de su país que vio en Nadia un instrumento para hacer propaganda política a medida que ella cosechaba triunfos y medallas. Otro hecho a tomar en cuenta fue la fuga de Bela y Martha Karolyi, principales figuras deportivas, quienes no soportaron la presión dictatorial rumana y aprovecharon una gira deportiva para huir por tierras húngaras.
Ello originó miedo en Ceaucescu, por lo que ordenó inmediatamente una hipervigilancia hacia Nadia. Sus llamadas, mensajes, cartas y demás pasaban siempre por el escrutinio del dictador, a fin de evitar que su atleta insignia tomará la misma decisión que sus formadores. Según el diario ‘El País”, fue tanta la hostilidad para con la ‘novia de Montreal’ que, ni bien cumplió los 15 años de edad, intentó quitarse la vida al ingerir súbitamente medio litro de lejía.
GIRA EN DÓLARES
En plena Guerra Fría, precisamente, en 1981, y ya superado el supuesto intento de suicidio de Nadia, el estado comunista de Rumanía vio en ella una forma de acrecentar su poderío político y económico mediante giras internacionales. Es así que llevaron a cabo la famosa travesía “Nadia 81”, la cual implicaba distintos tours por todo Estados Unidos al mismo estilo que los rockstars del momento. Para el beneplácito de Ceaucescu, el viaje fue un rotundo éxito dadas las incontenibles colas que hacían las personas para ver en vivo y en directo a la Novia de Montreal. Todo iba de mil maravillas, menos para la artista que, lejos de entusiasmarse por la gran acogida suscitada, veía su propia metamorfosis comercial para saciar el apetito político del presidente rumano.
De acuerdo a distintas fuentes para la elaboración de este informe, el gobierno de Rumanía percibió alrededor de $ 250. 000 por ‘Nadia 81’, mientras que la estrella juvenil apenas obtuvo $ 1.000.
FINAL CON TONOS GRISES
Tras una serie de intentos por desligarse del estado rumano, Nadia Comaneci huyó del país que la vio nacer una mañana del 29 de noviembre de 1989. Según cuenta ‘El País’, la medallista olímpica caminó durante horas por el bosque hasta finalmente pisar frontera húngara. Acto seguido fue al aeropuerto más cercano para tramitar asilo en Estados Unidos y dejar atrás el tortuoso calvario al que Ceaucescu la había sometido rutinariamente. Así, en medio de llamadas, idas y venidas, la gimnasta logró raudamente guarecerse en el país americano.
No obstante, los medios de comunicación y la opinión pública dejaron de tratarla como la niña prodigio de los sietes dieces de los juegos de Montreal. Ya con 27 años a cuestas, los norteamericanos fueron ampliamente críticos con Comaneci, hasta el punto de creer que, en realidad, todo se trataba de un romance entre la gimnasta olímpica y Constantin Panait, un ciudadano rumano ya casado que ayudó a Nadia a escapar del régimen de Ceaucescu.
Lamentablemente, el precio de la libertad en América fue muy costoso. Según menciona ‘El País’, Nadia pasó del sometimiento dictatorial al enclaustramiento de quien creyó era su libertador y amigo. Panait la controlaba y vigilaba al mismo estilo que el Estado rumano, inclusive, le negaba hacer contacto con familiares y amigos cercanos de la gimnasta.
Pasaron meses para que Alexandru Stefu, íntimo conocido de Nadia, opte por ayudarla a conseguir su libertad. Con la ayuda tácita de la deportista, Stefu logró tenderle una trampa a Constantin Panait y hacer que, en medio de una reunión asistida por diferentes personalidades, Nadia acuse públicamente a quien la ayudase a salir de Rumanía. Panait no tenía otra alternativa y decidió salir inmediatamente de ese lugar para, finalmente, no dar señal alguna de su paradero.
Tras la ardua odisea que padeció desde su salto al estrellato hasta su libertad en Norteamérica, Nadia optó por seguir alineada al mundo de los deportes. Es así que junto a Bart Conner, su esposo, fundó la “Academia de Gimnasia Bart Conner”. Actualmente, ambos residen en Norman, Oklahoma, y reciben mensualmente centenares de solicitudes de jóvenes promesas que anhelan ser entrenados por este par de atletas de clase olímpica.
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