Por Diego Zapata
En los deportes en general, las personas más aplaudidas siempre son los deportistas y los entrenadores. Esto es normal, pues lo evidente, lo que se ve con facilidad en un terreno de juego, son ellos. Los medios de comunicación y las redes sociales suelen mostrarnos cada detalle de sus vidas, sueles analizar sus jugadas y planteamientos y suelen acercarnos a ellos. Por lo tanto, es entendible que los protagonistas sean dichas personalidades. Sin embargo, en la NFL, no muy distinta a esta realidad, se da un momento para no repetir el plato. Este instante se disputa sobre un terreno para nada verde, pero que sí se convierte en un partido más. Se presencia un encuentro con mucha emoción y gotas de sudor, pero sin mover un solo músculo. Una disputa llena de estrategia en donde los protagonistas son los directivos de cada franquicia y se convierten en jugadores que son entrenados por su propio coraje y astucia. Ese partido se llama: el Draft.
El Draft es un sistema que se utiliza en distintos países (Estados Unidos, Canadá, México, etc.) y deportes (baseball, básquetbol, fútbol americano, etc.) para unir nuevos jugadores, y posiblemente futuras promesas, a los distintos equipos de cada deporte. Entre los distintos deportes, el sistema puede variar en ciertas cuestiones, pero la base es la misma. No obstante, hoy hablaremos acerca del Draft de la NFL.
Bajo mi punto de vista, este sistema es uno de los que más ayuda a la competitividad y el anti-monopolismo del deporte. Si nos trasladamos momentáneamente al fútbol, vemos como en Francia, por mencionar uno de los tantísimos ejemplos, la liga profesional está completamente dominada por un solo equipo lleno de millones de petrodólares, el PSG.
Como consecuencia, se disminuye la competitividad y el espectáculo. Sin embargo, en la NFL, el Draft evita esta situación en principio, pues el peor equipo de la temporada es quién elige primero en este evento. Es decir, tiene la potestad de elegir al jugador con mejor marca del Draft, el jugador que mejor se acomode al equipo o lo refuerce. No obstante, la magia y la razón de la introducción a este artículo está en que este derecho a elegir primero se puede negociar entre franquicias. Sí, es aquí donde juegan los directivos. Ustedes pensaran, pues no es un sistema tan antimonopolista del todo. Al final, quien tenga más “kilos” podrá negociar mejor. Si usted piensa así, está muy equivocado. Las negociaciones alrededor de estos derechos a elegir primeros, segundos y así consecutivamente, se parecen más a un intercambio que a una compra y venta. Un directivo se puede jugar una magnífica partida de ajedrez e intercambiar el derecho de una franquicia a elegir antes por el derecho de otra, pero por los próximos 3 años o cual sea su oferta. Por lo tanto, quien tiene la ventaja en las negociaciones son los equipos con menor rendimiento. Así, en una buena negociación, puede asegurar su futuro.
Es por ello que le llamo el partido de los dirigentes. Escoger a un jugador depende más del entrenador que del directivo de la franquicia. Sin embargo, son estos últimos quienes tienen que apostar, y renunciar a ciertos derechos, por jóvenes universitarios que no siempre tienen un historial de conducta ejemplar. Y, lo más importante, sus personalidades son las más afectadas o beneficiadas al finalizar una negociación. Un acuerdo capaz de cambiar el rumbo total de un club. Puede llevarlos a la gloria, como a la ruina. Por eso, para mí, el Draft es el segundo partido más importante de la temporada y se juega desde los escritorios. Con coraje y cabeza fría, los directivos también juegan.
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