Por Joaquín Gómez
La estrategia es el método que tiene cada individuo o equipo para afrontar el desafío que se le presente y normalmente esta se enseña como una táctica que debe ser seguida a base de jugadas, movimientos y técnica. Esto, en el mundo del básquetbol de la NBA, ha ido evolucionando con el paso de los años. Hemos visto equipos con una estrategia muy marcada como los Rockets de Harden y como jugar sin pívot, la dinastía de los Warriors y la excelencia del juego en el perímetro con los Splash Brothers (Steph y Klay) y a los Lakers de la última década en donde solo tenían que darle el balón a Kobe, entre muchos otros. De entre la basta cantidad de conjuntos característicos, hay uno que destacó mucho en su época y no por su movimiento de balón ni por sus triples. Entre los años 80 y 90, los Detroit Pistons fueron una gigantesca piedra en el zapato de los Bulls de Pippen, y Jordan.
Cuando el excéntrico Dennis Rodman aún no se unía al equipo de Chicago, junto a él, los “Bad Boys” (apodo que se ganaron gracias a su duro juego) eran un equipo al que ningún otro quería enfrentarse. La estrategia de muchos se veía enfocado en el juego con balón o sin él, el de los Pistons, con el cuerpo y salud del contrario. Comandados por el histórico entrenador Chuck Daly, el equipo de Detroit consiguió hacerse con los títulos de las temporadas 1988-1989 y la que siguió. En ambos periodos de juego resaltaba el intenso trabajo en la defensa. El trabajo de los jugadores era, literalmente, agredir físicamente al contrincante, así tenga el balón o vaya por un rebote ofensivo/defensivo. La franquicia halló algo que en la abogacía se llama “vacío legal”. Si bien en esa época sí existían reglas que aspiraban al juego limpio de los quintetos de ambos equipos, Detroit encontró una manera de aprovechar la situación y se establecieron como un conjunto temible rodeado de fanáticos que, seguramente, eran igual de efusivos que ellos.
Es por el juego característico de esta icónica plantilla que la NBA de hoy en día es lo que es. Se implementaron normas que protegen mucho más al jugador con balón y sancionan con una falta flagrante de primer (con dos de estas te vas a la banca y no vuelves) o segundo grado (siendo esta última una expulsión del partido directamente).
Sin embargo, el hecho de que se haya enmarcado el juego de los “Bad Boys” como sucio e inmoral, no quita el hecho que hayan existido estrellas dentro de la franquicia que fue bicampeona de la NBA en ese entonces (lograron ser campeones nuevamente en el 2004): el reboteador por excelencia Dennis Rodman, un anotador prolífico en Joe Dumars, un pívot que cumplía con sus funciones en Bill Laimbeer y la estrella del equipo, de los mejores bases que el básquetbol haya visto, el legendario Isiah Thomas. Este equipo emanaba química, calidad y rudeza al mismo tiempo.
No cabe duda alguna que la historia de este deporte recordará para siempre a un quinteto que cambió para siempre la NBA, un equipo que defendía a muerte cada balón, un conjunto que estableció el juego sofocante e intenso, una familia llamada los “Bad Boys” Pistons.
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