Por Luis Enrique Meza
Hace muchos años, días después del cumpleaños de mi mamá, encontré una bolsa en su cuarto con un regalo que no había sido abierto del todo, mi curiosidad pudo más y terminé por abrirlo. Era una “simple” gorra blanca con rayas azules y un león en el medio, para aquellas épocas todos los fines de semana me levantaba temprano a ver exclusivamente la Premier League, pero no era realmente fanático de ningún equipo, simplemente me gustaba ver fútbol y escuchar las cantantes narraciones.
Un sábado por la mañana prendí la televisión para ver a la “caprichosa” rodar, en el mueble encontré la gorra de mi querida madre, con una mano la agarre, me detuve a analizarla, y me di cuenta que era el mismo escudo del equipo que jugaría en ese momento, fue un amor a primera vista, como si vieras a esa persona que te encantó en el aeropuerto subiendo al mismo vuelo que tú, un idilio.
Chelsea, tenía un plantel que me cautivaba verlos mover el balón, se pudiera decir que el estilo de juego de cada uno me jalaba la mirada. Entre ellos el encargado bajo los tres palos, el gran Peter Cech; en la punta Didier Drogba, que en el campo me enamoraba los ojos con las increíbles dianas que convertía semana a semana; en la retaguardia el serbio Branislav Ivanovic junto al inacabable e histórico John Terry, jugadores que defendían el arco como si estuvieran atrincherados en Sanctuary Wood.
Para la temporada 2011/12 de la Champions League, soñaba con que se coronen los reyes de Europa, lo que más expectativa me generaba era la reciente contratación de “El niño” Torres. Sin embargo, le costó tener un buen rendimiento luego de su traspaso de Liverpool a los Blues. Un encuentro previo a la semifinal versus Barcelona, Chelsea disputó un partido por la liga, en el cual Fernando Torres terminó errando un gol cantado, en ese momento le perdí la fe por completo y oraba porque no juegue más.
En aquellos años, odiaba la supremacía culé, lo único que quería era verlos perder. Llegó la hora de jugar el partido de vuelta, el encuentro iba empatado (marcador global) en Camp nou, y el olvidado Di Mateo decide cambiar a Drogba por Torres, me quería morir. En una de las últimas jugadas desde el área de los ingleses, revientan el esférico como si fuera un «Field Goal» de la NFL, y “El niño” queda mano a mano con Víctor Valdés, lo hace gatear, y ante los incrédulos ojos de los catalanes, gol.
Al final de la temporada y luego de coronarse campeones, Fernando fue uno de mis “engreídos” del plantel. También terminé por reafirmarme que el Chelsea es y será parte de mí por el resto de mis días. Luego de tantas temporadas frustradas, tuve que esperar nueve años para volver a verlos pintar el viejo continente de azul, y ver como una nueva generación comandada por Cesar Azpilicueta disfrutaba levantar la orejona por segunda vez en la historia del club.
En este presente año, los blues se encuentran en la primera posición de la Premier League, siendo el equipo con mayor efectividad. Por otro lado, tras su presentación en fase de grupos en la Champions League, son claros candidatos a llevarse su segunda orejona consecutiva, ya que no dejan de marcar numerosas dianas cada partido lo que los ha llevado a tener una increíble diferencia de goles a favor en su serie.
En pocas palabras, estamos viendo al mejor Chelsea de la historia desde la temporada pasada, superando por mucho al equipo que se coronó rey de Europa en 2011/12. En la Premier League ni el mejor equipo de Pep Guardiola supera el esquema de juego de Tomas Tuchel, quien los está llevando a la cúpula de Inglaterra.
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