Por Milovan Byrne
En la historia de la humanidad, se han contado muchas leyendas increíbles, ya sea por la poca fe del hombre o por lo magnificado de la narración. La historia que contaré a continuación podría parecer una de esas leyendas. Puede parecer increíble, pero yo elijo creer. La mayoría piensa que nunca tuvo lugar. Consideran que solo fue un producto de la imaginación de la Unión Soviética por su espíritu malicioso de considerarse superior al resto. Sin embargo, en una ciudad como Kiev, en donde se han fomentado gestas históricas, esta historia nunca pasará desapercibida. Esta es la historia más grande jamás contada en la historia del fútbol: El partido de la muerte.
Todo comenzó el 21 de junio de 1941. A las 3 de la madrugada, la máquina de guerra, en su pleno apogeo, retumbó de manera ominosa en la frontera occidental de Ucrania. Esto causó sorpresa en las tropas soviéticas y ucranianas. Pese a pelear con valentía y honor, no pudieron contrarrestar el ataque alemán y fueron aplastadas de manera poco digna. Lamentablemente, los ucranianos confiaron en que Hitler y sus secuaces los iban a liberar de su paso destructivo de conquista por Europa por el poderío y el establecimiento de los soldados de Stalin en su tierra. Por el contrario, el eje los veía como una posible carne de cañón para ejecutar su famoso plan Barbarroja a través de los Einsatzgruppen, quienes eran brigadas de las escuadras de protección (SS) encargadas específicamente de la erradicación de los judíos. Ucrania era el país perfecto para dar un gran paso con el exterminio de la raza judía, ya que para ese año se encontraban el 20% del total de los judíos en el mundo. Esto desencadenó que, durante la segunda parte del año 1941, se presentaran los peores excesos y repugnancias de la segunda guerra mundial. Al llegar a Kiev, el 19 de septiembre de 1941, los alemanes empezaron con su plan de exterminio de los que ellos consideraban “el cáncer de la humanidad”. Destruyeron, prendieron fuego, secuestraron y mataron a cada hombre y mujer judío de la ciudad. Solo en Babi Yar, un lugar donde se producían las ejecuciones afueras de la ciudad de Kiev, se produjeron 33,771 decesos de judíos que fueron masacrados sin ningún tipo de justificación, tan solo castigados por tener una religión determinada. Mientras el cielo ucraniano se teñía de negro, los altos mandos alemanes se felicitaban por la eficacia en los resultados del plan. Ucrania, país caracterizado por tener aires independentistas, se sometía al gran imperio alemán mientras su tierra verde y cálida, se teñía de rojo por la sangre de su sociedad que pedía a gritos ¡libertad, libertad!.
Después de casi un año de matanzas y crueldad, los invasores nazis necesitaban descansar de saquear y matar gente inocente. Por ende, propusieron un partido de fútbol con la finalidad de demostrar su superioridad alemana y humillar a los ucranianos en su propio país. Para ellos, resultaría un show divertido, capaz de la jerarquización y el triunfo de la “raza superior”. El equipo escogido para la humillación no fue nada más que el Dinamo de Kiev, el equipo reconocido como el orgullo para ese país por la calidad de juego que demostraban tanto nacional como internacionalmente. Los alemanes, pensaron sacar provecho de los jugadores del Dinamo, quienes llevaban un tiempo de inactividad por la guerra y no estaban considerablemente preparados para jugar un partido por la desnutrición y las enfermedades que padecían. Sin embargo, los altos mandos alemanes decidieron informar a los jugadores que iban a disputar un partido amistoso, pero no podían jugar con el nombre del Dinamo de Kiev. Por lo tanto, decidieron llamarse Start, aunque en el fondo, ellos jugaban con el honor de ser del equipo más representativo de Kiev. De por sí, jugar con otro nombre les parecía algo mucho menor. Ellos tuvieron suerte de que no los mataran gracias a que un alto mando alemán los reconoció y los mandó a trabajar en una panificadora. Preferían trabajar y seguir con vida a morir en Babi Yar. Lo que no sabían era que, en poco tiempo, desgraciadamente, sus vidas iban a terminar en ese lugar.
El 12 de junio de 1942 la ciudad de Kiev amaneció con carteles en las calles anunciando el partido: Fuerzas armadas de Alemania – Kiev City Start. Durante los días previos, el comandante local y el general de la división en Ucrania, Walter Von Eberhardt informó a la sociedad ucraniana que el partido se desarrollaría para ayudar a promover las relaciones entre el ejército alemán nazi y la sociedad de Ucrania. Asimismo, Eberhardt prometió a los jugadores del Start que no les iba a presionar. Quería un partido en el cual gane el mejor, sin ningún tipo de presiones. El partido se celebraría en el Zenit stadion y estaría conformado por el triunfalismo de los soldados nazis y la esperanza de los ucranianos que querían venganza por las masacres que ocasionaron los nazis. En un estadio en el que no cabía ni un alfiler, el partido empezó con un gol madrugador del equipo alemán. Sin embargo, el público rebosante ucraniano empujó a que los alemanes defendieran en su campo y motivó a que los jugadores del Start, pese a no estar en plenas condiciones físicas, demostraran todo su talento y habilidad con el balón. El FC Start presionó y consiguió dos goles antes de que el árbitro pitara el final del primer tiempo. Eberhardt, furioso, bajó al camerino y les advirtió que, si no bajaban la presión, terminarían fusilados. A los jugadores del Dinamo, poco o nada les importó la advertencia y salieron al segundo tiempo con la determinación de avergonzar al equipo alemán. A los minutos, el partido iba 4-1 y se vaticinaba una goleada aplastante. El comandante Von Eberhardt no aguantó la vergüenza de su equipo y le ordenó al réferi que termine el encuentro. Estaba sorprendido por el juego ucraniano, pero no podía permitir una catástrofe de esa manera por parte del FC Start y quería una revancha. Por lo tanto, ordenó que se les permitiera vivir y que se disputara otro partido tres días después. Esta vez, el equipo alemán jugó con refuerzos de jugadores nazis que tenían la orden específica de ganar el partido. Sin embargo, sufrieron una goleada memorable de 6-0. Cuando terminó el partido, la afición ucraniana empezó a cantar el himno de su país entre lágrimas. Era una forma de reinvicación para un país golpeado fuertemente por el poderío alemán. A los dos días jugaron con el MSG Wal, un equipo húngaro que habían luchado junto a los alemanes en el occidente de Europa. Por tercera vez, un estadio abarrotado apoyaba a sus aliados. A Eberhardt le habían asegurado que el equipo húngaro le iba a poner fin al Start FC. Pero eso fue un rotundo error porque el equipo ucraniano ganó por 5-1. Los jugadores del Kiev estaban exhaustos y cansados. Sin embargo, sabían que, si seguían ganando partidos, seguirían vivos. O eso es lo que ellos pensaban. Los alemanes querían derrotarlos a toda costa, pero el rumor de la proeza del equipo ucraniano ya estaba corriendo más allá de Europa y no podían permitir más humillaciones. Los superiores de Eberhardt le ordenaron que se organice una revancha inmediata. Igualmente, el FC Start triunfó por 3-2, con lo cual Von Eberhardt estaba contra las cuerdas.
El 9 de agosto se jugaría el partido de la muerte. Este juego lo debía ganar Alemania a como se dé lugar, ya sea de manera deportiva o extradeportiva. Para empezar, les rebajó las porciones de comida y agua a los jugadores del Start, y les prohibió entrenar después de terminar su trabajo en la panificadora, en la cual los soldados alemanes quedaban asombrados por la calidad y talento de los cracks de Kiev. Asimismo, se solicitó el mejor equipo posible para despedazar cualquier intento de victoria de la raza inferior. A Kiev llegó el Flakelf, un equipo que estaba invicto desde su creación. Por otra parte, se ordenó que en el Zenit Stadion solo se permitiría público a favor del Flakelf. Después de todo, Eberhardt sabía que pese a tener todo a favor, el FC Start era capaz de dar el golpe y dar una auténtica deshonra a todo el ejército alemán. Por ende, decidió ir al camerino y lanzar una moneda al aire que podría definir el futuro de aquellos valerosos hombres: “La situación es la siguiente. Para nosotros es imprescindible ganar, porque ya sabemos que somos muy superiores a unos indeseables como ustedes. Todo el mundo sabe que han obtenido cada una de sus victorias haciendo trampas. Eso no nos importa. Lo que ahora nos importa es que obedezcan una orden muy sencilla. ¡Pierdan el partido! Porque si ganan, mueren. Eso lo prometo de verdad. No hay nada más seguro. Ganan y mueren”. Los futbolistas del FC Start salieron con la moral baja y permitieron que el Flakelf se adelantara en el marcador con 2 goles de ventaja. Mientras se disputaba el partido, los soldados de la Wermacht disfrutaban el accionar de sus jugadores y veían al fin como los ucranianos caían con deshonor, demostrando su desprecio con burlas y abucheos, mofándose de ser la raza superior. Sin embargo, durante el entretiempo, los ucranianos cambiaron su mentalidad. Si bien, estaban salvando sus vidas, el costo era alto, permitiendo el deshonor y tirando la toalla con lo orgullosos que eran. Habían llegado muy lejos, pero ¿iban a caer de esa manera? Dejando de lado la seriedad que se les caracterizaba, los ucranianos decidieron ignorar cualquier consecuencia adversa y volver a la cancha con la responsabilidad de ganar para dejar en alto el nombre de su país. Este efecto llegó de inmediato consiguiendo la igualdad del marcador en pocos minutos y el tercer gol se caía de maduro. Finalmente, el gol llegó y los soldados de las SS empezaron a cumplir su promesa. Les advirtieron que bajaran la presión y empezaran a perder, pero les interesó poco o nada la advertencia y siguieron buscando la portería del equipo contrario con mayor intensidad. Hasta que a Von Eberhardt se le agotó la paciencia y ordenó abrir fuego sobre las piernas de los futbolistas del Start. Poco a poco, los jugadores fueron cayendo de rodillas. Sin embargo, se ponían de pie para continuar jugando. Los disparos siguieron y, por consiguiente, un árbitro conmocionado pitó el final del partido. El césped verde y pulido se convirtió en uno áspero manchado por charcos de sangre de los jugadores ucranianos. Casi de forma inmediata, los héroes del Kiev fueron trasladados a Babi Yar para pagar su condena por ganar el partido. Por razones hasta la actualidad desconocidas, un oficial de la SS perdonó a tres jugadores del Start y se les obligó a mirar la ejecución de sus compañeros. Fue un terror que se les acompañó hasta su muerte. Bajo una lluvia de ametralladoras de fuego, el Dinamo de Kiev por fin cayó. Los alemanes consiguieron su ansiada victoria, pero en cancha los jugadores del FC Start, pasaron de ser unos simples seres humanos con habilidades para jugar bien al fútbol a ser unos seres a quienes se les habría paso la inmortalidad.
El 24 de agosto de 1991, después de 49 años de la muerte de los futbolistas del FC Start, Ucrania consiguió su ansiada independencia después de innumerables intentos de liberación de Rusia. Sin ninguna duda, Ucrania ha sido un país muy golpeado y la historia del FC Start es una historia que los llena de satisfacción por el orgullo de la gran representación. Por otra parte, dejaron claro que Ucrania es un país caracterizado por la valentía y la rebeldía que estos valerosos jóvenes demostraron para defender su patriotismo y plantarles cara a los invasores nazis que venían con aires de grandeza y superioridad. Los 11 héroes: Tymofeyev, Trusevich, Kuzmenko, Komarov, Klimenko, Korothykh, Sukharev, Tyutchev, Goncharenko, Putisin y Melnik pueden estar orgullosos y descansar en paz: Hicieron que lo que puede parecer leyenda sea el episodio histórico más grande en la historia del fútbol.
Deja una respuesta