Por Griselle Reyna
Históricamente, la participación de las mujeres en el deporte, así como en otros ámbitos, se ha visto marcada por un camino de lucha constante. En la actualidad, se sabe que el Movimiento Olímpico se funda sobre la excelencia, la amistad y el respeto. Sin embargo, la equidad de género no estuvo presente desde un inicio, pues el creador de los Juegos Olímpicos modernos, Pierre de Coubertin, se opuso hasta su muerte a la participación de las mujeres en el evento deportivo, pues afirmaba que: «Los Juegos son la solemne y periódica exaltación del deporte masculino, con el aplauso de las mujeres como recompensa». Así, su creador consideraba inapropiado que las mujeres practiquen deporte, ya que se alejaban de su rol “para servir al hombre y al hogar”. De esta manera, durante muchos años, los Juegos Olímpicos estuvieron vetados para las féminas. Los principios fueron hostiles con ellas y la sociedad creía que no debían hacer deporte.
Por las mismas desventuras, ya desde la antigua Grecia, las mujeres crearon sus propios Juegos Olímpicos Femeninos, conocidos como los Juegos Hereos, en honor a la diosa Hera. Juegos donde participaban mujeres divididas en tres categorías de edad en una carrera a pie celebrada cada cuatro años. No obstante, estas celebraciones eran consideradas paganas durante la época romana. En 1900, año de los Juegos Olímpicos de París, se dio la primera participación femenina. Según el Comité Olímpico Internacional, de 997 atletas de 24 países, fueron solo 22 mujeres. Charlotte Cooper, tenista británica, fue la primera mujer campeona olímpica de la historia, ganando cinco campeonatos de Wimbledon. No fue hasta 1928 que se incluyeron a las mujeres en disciplinas como natación, esgrima, atletismo y gimnasia. Después de 121 años, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 contaron con una participación femenina del 48%, representando la edición de los Juegos Olímpicos con más paridad de la historia. Paridad de género, aquella que encarna la participación equilibrada de hombres y mujeres en toda esfera de la vida, así que ¿Cómo podemos evidenciar la paridad?
Para Kit McConell, director de Deportes del Comité Olímpico Internacional, aquello se puede evidenciar en las pruebas mixtas de los Juegos, pues declaró que “son verdaderamente importantes porque realmente representan la igualdad de los atletas masculinos y femeninos en el terreno de juego”. Además, también añadió que “no hay nada más igualitario que un hombre y una mujer compitiendo como un solo equipo en el mismo terreno de juego para conseguir el mismo rendimiento deportivo”. Para los Juegos Olímpicos de París 2024, se espera una paridad absoluta de participación femenina y masculina en la competición. También se espera que, de los medios de comunicación acreditados, aumente el número de participación femenina a comparación del 20% de mujeres que cubrieron los Juegos Olímpicos en Tokio 2020.
La lucha sigue vigente, si comparamos el deporte masculino y femenino, uno de ellos tiene más espacio mediático y más peso, y no es el femenino. El incremento de la participación femenina es, sin duda, una muestra positiva del avance que tenemos como sociedad, pero el camino por recorrer es largo, dentro y fuera de la cancha. Para concluir este artículo, quisiera dejar la siguiente reflexión: ¿por qué hablamos de “deporte femenino” y no de “deporte masculino”? Ya que al hablar de deporte masculino simplemente decimos “deporte”, ¿acaso el deporte femenino es una subcategoría del masculino?
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