Por Dax Canchari
El bombeo del corazón resonaba por todo el centro acuático de la Videna. Grandes tambores siendo golpeados lenta y rítmicamente hasta hacer el golpeteo más rápido a la par que las seis jugadoras de cada equipo braceaban rápidamente hacia el centro para apoderarse de la pelota.
“¡Shot!”
Treinta metros, siete minutos, no podían tocar el suelo. Defender tu país se complica cuando debes mantenerte a flote, estar atenta ante cualquier táctica y, sobre todo, evitar el goteo en tu cara. El “goteo” es el nombre por el que se le conoce a la técnica de llevar la pelota: bracear rápida y fuertemente en tanto la pelota se encuentra entre tus brazos siendo empujada por tu frente. ¿Si suena complicado? Cabe agregar que a la vez tienen que mantener la vista fuera del agua para realizar su próximo pase.
Lo que lo convierte en un deporte aún más serio y diferenciándose de cualquier similitud pensada es el hecho de que salpicar, hundir a tu oponente o sostener la pelota con las dos manos es reconocido como una falta leve y grave, respectivamente. Se exige velocidad, agilidad, resistencia, fuerza, inteligencia táctica y mental, más se sanciona la violencia y desconocimiento. Un deporte bastante elegante que contrasta completamente con su origen de barriles flotantes semejantes a los caballos y mazos para golpear la pelota.
La llegada de las mujeres a este deporte refresca la visión de estéticas, fuerza y resistencia necesaria.
“¡Gol! ¡Gol!”
“Es una goleadora” “Es el estilo europeo”
Comentaban los propios camarógrafos al ver el quinto gol de Jenna Flynn de Estados Unidos en la portería de Cuba. Shots (pases) largos, conocidos popularmente también como europeos, tres pases, uno contra uno frente al arco, en suma, el equipo azul le sacó ventaja de 7 a 0 al equipo blanco cubano. El equipo estadounidense hacía que sucediera, marcaron el estándar, la fuerza y rapidez exigida en un partido donde se daba todo o nada, porque ellas respiraban con el agua y se ahogaban fuera de ella, nunca demostraron cansancio, y el banquillo estaba silencioso por la expectación y análisis de las jugadas a mejorar antes de que acabe el tiempo.
El partido terminó 21 a 2.
Lo sientes diferente. Ves dos arcos y una pelota, pero las faltas señaladas por el árbitro no son solo pitidos, sino mímicas con la mano como si sacara las garras, y eso fue todo, fue lo necesario para saber que estábamos presenciando una lucha donde la fuerza era lo que salpicaba. A veces solo veías a la persona con la intención de lanzar la pelota dentro del arco, pero era imposible seguirle la mirada porque llegabas al momento del splash ocasionado por el rebote de esta sobre el agua y lo único que sabías era que al milisegundo siguiente esta ya estaba dentro del arco. Todo en un bombeo de corazón.
Deja una respuesta