Por Juan Camilo Ochoa
El estadio Monumental, vitrina de innumerables recuerdos para el equipo de Universitario de Deportes, abría sus puertes un sábado por la noche para recibir al Cienciano del Cuzco. Un duelo a toda vista parejo, iba a dar pie un entretenido partido de fútbol, pero sobre todo a varias primeras apariciones que hoy soy el encargado de contar
El camino hacia el templo
Siendo casi las cuatro de la tarde emprendí rumbo hacia Ate. El Monumental esperaba impasible la llegada de miles de hinchas entre esas personas estaba yo, que no solo iba por al estadio luego de dos años .
Era mi primera vez que ingresaba al estadio como periodista: mi profesión, la cual ya llevo cuatro años estudiando y aun me falta. Cuando llegué a la puerta número seis en oriente y me fue otorgado mi gafete de prensa, sentí una emoción y nerviosismo únicos, recordándome aquella primera visita al monumental de la mano de mi padre hace más de una década atrás. Tal vez un pequeño pedazo de plástico que ya es rutina para mis experimentados compañeros de profesión, a mi me generó una felicidad única por el sentir de estar avanzando profesionalmente.
El partido
Aproximándose las siete y media, hora del comienzo del partido, ingresé a la tribuna oriente, donde unas mesas y sillas negras de plástico aguardaban para mí y mis compañeros de prensa. Para quemar las ansias comencé a ver las alineaciones. En Universitario debutaba Piero Guzmán, central piurano de 22 años, que antes las ausencias de Alonso y Quina tenía que dar el paso al frente.
Hernán Novick también era novedad en el once, ya que por primera vez esta campaña arrancaba de titular luego de superar una lesión muscular. Por el lado de Cienciano, la única curiosidad era la vuelta de Mathias Carpio a Ate, luego del que año pasado la «U» decidiera terminar su contrato por indisciplina.
Acercándose cada vez más la hora los equipos saltan a calentar en el campo de juego, recibimiento hostil para los visitantes y alientos para el local, nada nuevo. Al llegar la hora, Cienciano sacó la pelota del medio y en apenas treinta segundos clavó un balón al travesaño, inicio muy frenético que auguraba un buen partido de fútbol.
En la U la respuesta vino a cargo de Piero Quispe y Chiquitín Quintero, ambos jugadores con su juego vertical ponían en aprietos la defensa cuzqueña. Quintero es quien consigue una falta al borde derecho del área y Novick es el encargado de centrarla. Y al minuto cinco, el debutante, Piero Guzmán marcaba con un certero cabezazo y hacía estallar la tienda crema.
Mi felicidad y la de toda la gente fue evidente, sin embargo, con el paso del primer tiempo fuimos entrando en un letargo por el conformismo de nuestros jugadores, donde la gran mayoría bajo el rendimiento. El segundo tiempo empezó y cuando ni siquiera nos habíamos sentado, gol de Cienciano, pase en largo al ecuatoriani Fernando Guerrero, quien controló y y marcó de volea en el área.
El empate cayó como un baldazo de agua fría a la hinchada, yo incluido. Tardamos en reaccionar hasta que otro debut levanto de nuevo al público. En este caso y recién venido de Newcastle el encargado fue Rodrigo Vilca, el volante peruano entraba por Novick y encendía a la gente que quería ver en acción a su nuevo fichaje.
Sin embargo, los papeles no cambiaron y ante un encuentro parejo solo el chico Piero Quispe mostraba algo de rebeldía, pero solo ante una mar de jugadores del elenco cuzqueño no se pudo mover el marcador. Fueron tablas y ambas escuadras se marcharon sabiendo que pudieron hacer más. En mi caso y a pesar de la decepción del empate, no pude evitar llamar a mi padre y contarle lo vivido.
La vuelta a casa
Acabado el partido regresé mi gafete de prensa, en la salida me topé con otro colega periodista llamado Francisco y nos pusimos a conversar sobre el partido y de la molestia que no hubiera rueda de prensa esa noche. A pesar de no llegar a ningún acuerdo, me marché feliz a tomar mi bus de regresó a casa y con muchas ganas de venir a mi escritorio a redactar mi sentir en este artículo.
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