Por Milovan Byrne
Es muy probable que cuando entras a Instagram o TikTok, los primeros videos que encuentras sean de diferentes deportistas, empresarios o millonarios hablando de motivación personal en la vida. En el ámbito deportivo, mentiríamos si dijésemos que nunca hemos escuchado alguna frase de Cristiano Ronaldo o Lebron James sobre cómo alcanzar el máximo rendimiento o sobre la importancia que implica la disciplina en los seres humanos. Lamentablemente, no todos los deportistas tienen esa mentalidad ya que la presión que reciben puede llegar a hacerles incapaces de competir, como le pasó a Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Incluso, algunos traspasan la línea de lo deportivo y llegan a suicidarse al no poseer la suficiente salud mental para afrontar situaciones extradeportivas como lo que le sucedió al ex arquero de la selección alemana, Robert Enke en el 2009. Por ende, el coaching es algo importante para cualquier persona en general y, naturalmente, para los deportistas también.
Ante todo, es bueno precisar qué es el coaching, se trata de la herramienta para acompañar y ayudar a las personas a definir sus metas y objetivos en el presente. Asimismo, acompaña el proceso de cambio y ayuda a que alcancen su mayor potencial y rendimiento. Existen diferentes tipos de coaching según las necesidades de quien los requiere. Estos pueden ser el life coaching (para ir trazando metas a corto, mediano o largo plazo), Coaching para empresas, Coaching educativo, entre otros.
En el ámbito deportivo, nos encontramos con cuatro fases. La primera es la toma de conciencia (visualizar las metas y el camino para lograrlo), el querer (deseo, motivación y creencia del deportista en sí mismo), el saber (afirmación y nuevos cambios con el objetivo de alcanzar la meta) y el actuar (culminar el proceso con el objetivo en la mente y el cuerpo trabajando paralelamente). El objetivo es llevar al deportista a una reflexión de manera profunda con la finalidad de lograr una motivación individual que favorezca la evolución de un desarrollo personal. Un ejemplo de esto es Rafael Nadal. El tenista español se caracteriza por tener un espíritu ganador, impulsividad en sus emociones negativas y por tener una gran fortaleza para sacar adelante juegos de tenis que se tornan complicados. Después de todo, luchar contra la adversidad, controlar sus emociones, ha sido algo que Nadal ha aprendido a lo largo de su carrera gracias a la ayuda del coaching. “No era capaz de controlar mis emociones en la cancha durante muchos meses, y cuando eso sucede es casi imposible jugar bien “, afirmó en una ocasión. Por otra parte, este concepto ya lo mencionaba Timothy Gallwey, un tenista americano quien, en la época de los años 70, ya aplicaba conceptos psicológicos que le permitían mejorar el rendimiento deportivo y en la consecución de objetivos deportivos en su libro: «The Inner Game of Tennis».
Es preciso aclarar que el coaching no se limita a lo deportivo, más bien se aplica para cualquier ámbito de la vida. Además, los orígenes del coaching se remontan a los conocimientos de Sócrates en la mayéutica que consiste en descubrir conocimientos por medio de preguntas y análisis que un maestro hace, algo que en la actualidad se podría aplicar, en cierta medida, al psicoanálisis. De la misma forma, también podemos mencionar a Abraham Maslow quien con su concepto de la autorrealización de la psicología humanista explica que por cada necesidad que un ser humano supere, podrá “subir de nivel” y poder seguir cumpliendo necesidades superiores de cualquier índole.
Sin embargo, no solo se trabaja de manera individual, ya que el coaching es fundamental para los deportes colectivos en el propósito de buscar estrategias para que el grupo humano pueda estar unido, con valores fijados como la humildad, el respeto y la solidaridad para llegar a conquistar un título. Y eso depende mucho de los capitanes del equipo, quienes se encargan de poner orden, firmeza y, sobre todo, comunicar de manera práctica las metas del grupo. Muchos piensan que un buen líder debe tener un liderazgo neto, capaz de motivar al grupo. En cambio, la historia demuestra que los grandes capitanes no necesitaban ser oradores elocuentes o fervientes motivadores, ya que existe un sector de capitanes que no les gusta dar discursos. Por ejemplo, el ex capitán de la selección francesa de balonmano, Jérôme Fernandez comentó que solamente una vez se atrevió a dar una charla y fracasó de manera estrepitosa. Carles Puyol, el mítico ex capitán del Barcelona, mencionó que nunca se había dirigido a sus compañeros de una manera formal. El fallecido beisbolista americano Yogi Berra recordado por su mítica frase: “Esto no se acaba hasta que se acaba” dejó la escuela en el octavo curso y apenas sabía la estructura de una oración básica. No obstante, esto demuestra que un gran equipo no necesita discursos fervorosos de motivación para lograr su objetivo. Los tres ex -capitanes resaltan por ser más silenciosos y hablar en el terreno de juego que siendo más protagonistas. Para esto, el coaching resalta mucho la importancia de la comunicación efectiva como fundamento principal para entender la realidad de cada uno a partir de cada afirmación, palabra, juicios o manifestaciones que determinará el lenguaje con el cual se expresan. Como mencionaba el psicólogo y filósofo Paul Watzlawick: “El ser humano es un ser social, de tal manera que no puede entenderse la vida sin comunicación, esta afirmación es totalmente coherente si la relacionamos con una sesión de coaching, sin comunicación efectiva y adecuada no hay Coaching”.
La pregunta es ¿Cómo aplicarlo al deporte? Uno de los antiguos enigmas de la sociedad tiene que ver con la interacción humana y su rareza de que no todas las personas aprenden a pensar y actuar como una sola en común. Los científicos que estudian la dinámica de los grupos acostumbran a realizar una tarea juntos, pueden desarrollar una “cognición compartida”. Eso permite que a través de la experiencia colectiva y su conocimiento propio puedan configurar modelos mentales frecuentes que accedan a anticipar las respuestas de los demás y coordinar un trabajo colectivo con una mayor eficacia. En un estudio hecho por la Universidad Estatal de Pensilvania en el año 2000 se observó a 56 grupos de estudiantes mientras jugaban videojuegos y concluyeron que los integrantes de un equipo menos talentosos y ordinarios fueron capaces de desarrollar la cognición compartida, demostraron una excelente capacidad de afrontar y resolver dificultades en el juego y dominaron la comunicación inconsciente. Por lo tanto, establecieron que, si un equipo deportivo lograba conseguir esas tres variables, era posible que llegaran a “familiarizarse” y ser capaces de predecir cada movimiento, acción y respuesta de un compañero en cualquier acontecimiento. Años después, en el 2012, un informe del laboratorio de Dinámica Humana del Massachusetts Institute of Technology (MIT) confirmó que la productividad de los equipos dependía únicamente del nivel de energía y compromiso que mostraban sus miembros en entornos sociales que eran ajenos a las reuniones sociales. En otras palabras, los equipos que más conversaban acaloradamente entre sí tenían más probabilidades de obtener mejores resultados. La conversación entre todos los miembros del equipo era crucial para mejorar la cohesión y la unidad del mismo; todos tenían que hablar sin acaparar el uso de la palabra, sin excederse y nadie debía mantenerse al margen del diálogo. Esto afirma la declaración del “Cholo” Simeone: “Para conducir un grupo lo más importante es hablar poco”.
Sin ninguna duda, el coaching invita a adquirir mayor confianza y en el propio valor personal y al desafío diario de superarse siempre, pues el hombre tiene la tendencia a no creer en sí mismo. Incluso, en estas épocas es normal decir que “esto no es lo mío” para excusarse de seguir intentando en algo que se ha fracasado. Pero la pregunta es ¿Qué es lo nuestro? Si nos damos tan solo una oportunidad, nuestra probabilidad de fracaso puede ser alta. En cambio, si nos damos más oportunidades podremos descubrir que lo que tal vez pensamos no era nuestro, ¡sí lo es! En la vida todas las cosas que valen, cuestan y todo es en base de sacrificio y disciplina constante. Lo importante es creer en nosotros mismos, pues esa confianza ayuda a alcanzar nuestras mejores posibilidades. A eso ayuda el Coaching.
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