Por Fernando Martín González Toribio
Desafortunadamente para los amantes del fútbol la historia se repitió. Como hace un año, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo volvieron a caer eliminados con sus respectivos clubes en octavos de final de la Champions League. Comentarios llenos de odio y resentimiento invaden la figura de los dos mejores jugadores del último milenio. Preguntas insensatas y desatinadas rodean los medios deportivos ¿Es que la era Messi-Cristiano llegó a su final? En este humilde espacio trataremos de ver un poco más allá de lo que suele analizarse.
Hace una semana se consumó una de las mayores hazañas del Real Madrid en el último tiempo. ¿Cómo no va a ser así? Si hasta pasada la hora de juego el máximo campeón se encontraba justificadamente eliminado del certamen, pues el PSG de las grandes figuras había demostrado la calidad de su once titular. El sucesor del trono, Kylian Mbappé, había anotado el primero. Pero las miradas ese día no estuvieron solo en su persona. Lionel Messi, el verdugo absoluto de los merengues, volvía a disputar un partido de Champions en el mítico y remodelado Bernabéu, luego de más de una década. Su último recuerdo allí había sido de ensueño. Seguramente el final de ambas historias es una de las disonantes más marcadas en la carrera de Leo. Cuando el Real Madrid de Ancelotti tiró de orgullo y garra a partir de grandes internadas de Karim Benzema y Luka Modric, el final estaba casi escrito: Lograrían remontar. Los fantasmas de fracasos anteriores nublaron el juicio de futbolistas emblema del PSG como Marquinhos y Marco Verrati, además de Gianluigi Donnarumma quienes finalmente estuvieron directamente involucrados en los goles de los locales.
Sin embargo, como era de esperarse, poseer la figura de Messi en el equipo pareciera ser equivalente a un escudo ante las balas de la opinión pública y medios de comunicación. Una vez más fue portada de los diarios. ¿Cómo era posible que el 7 veces ganador del Balón de Oro acumulase 7 años sin levantar el título más prestigioso de Europa? Este hecho repercutió incluso en la jornada siguiente del PSG en la Ligue One. Absolutamente todo el equipo a excepción de Mbappé, fue duramente abucheado, trayendo consigo una serie de reacciones, ya sean defendiendo a Messi, Neymar y compañía, como también dándole la razón a la fanaticada. Sea cual sea el bando correcto (si es que hubiese), la historia estaba escrita: El dinero mal invertido no les dio su primera “Orejona”
Por otro lado, ayer, el Manchester United de CR7 disparaba la última bala de la temporada. Ya sin chances de ganar la Premier League u otro torneo local, Los diablos rojos anhelaban conseguir la Champions para salvar la paupérrima temporada. Los de Manchester tienen algo en común con el PSG, y es que ambos se han caracterizado por invertir grandes cantidades de dinero en fichajes, pero este esfuerzo había sido casi en vano, ya que desde la Europa League de 2017 no consiguen título alguno. Frente a ellos se encontraba el duro, pero a la vez impredecible Atlético de Madrid del “Cholo” Simeone. Al igual que Messi, Cristiano Ronaldo es el verdugo del cuadro madrileño, a tal punto que jamás había perdido una eliminatoria directa contra los colchoneros, es más, levantó dos Champions en su presencia, coronando grandiosas actuaciones. ¿La última vez que se habían visto las caras? En el “lejano” 2019, cuando un Hat Trick suyo le dio el pase a la Juventus, su equipo de ese entonces.
Lamentablemente para los intereses del “Batipibe”, y a pesar de su esfuerzo por salir de su zona de confort, es decir, el área, la falta de creatividad y jerarquía de sus compañeros terminó por costarle una vez más el partido. A sus 37 años fue eliminado por cuarto año consecutivo a pesar de haberlo intentado como ninguno otro, dejándonos una dura lección: La Champions la gana el mejor equipo de Europa, el cual no siempre cuenta con los mejores jugadores.
En añadidura, hay factores que los “Especialistas” suelen dejar de lado. Seguro que es así ya que son intangibles. Factores como el equipo técnico, la presión, la hinchada, el arbitraje y la falta de confianza del equipo en general terminan pesando más de lo que aquel fanático superficial podría imaginar.
Sin embargo, a pesar de todo esto, puedo afirmar con toda certeza que la carrera de ambos no está acabada, y tal vez ni siquiera esté cerca. Debemos dejar sobre la mesa que ellos jugarán hasta que se sientan cómodos, pues juegan para ellos, para su familia, para su felicidad, y obviamente también para sus fanáticos, pero como todo ser humano algún día tendrá que decir “Hasta aquí llegué”. Aunque luego del nivel mostrado en el partido de su eliminación podría confirmarse que de ser correctamente rodeados tienen mucho por regalarnos.
Lamento decepcionar a los más veteranos, aquellos que los vieron en su apogeo y que los vieron levantar trofeos con tal frecuencia que nos llegaron a engañar sobre la dificultad de estos. Para estas dos leyendas solo nos queda expresarle nuestro más sincero agradecimiento, pues son sinónimo de fútbol, lo más importante de lo menos importante que puede haber en nuestras vidas.
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