Por Milovan Byrne
Robo descarado, árbitro comprado y CONMEBOL corrupta. Todas esas palabras fueron tendencias nacionales en el post partido del Uruguay y Perú tras la polémica jugada de Miguel Trauco en el minuto 93. No les voy a mentir, en el momento de la polémica me molesté tanto como ustedes se pueden imaginar. Yo decía: otra vez lo mismo. Incluso, estaba tan molesto que cuando terminó el partido decidí desintoxicarme con todas las noticias relacionadas con el partido para evitar toda la ira que me había causado el árbitro brasileño Daronco. Sin embargo, a los minutos encontré una frase del mago “Plomo” en Instagram que me devolvió a la realidad: “Mientras más rápido te sacudas de esto, más te metes en lo importante. ¡Ganar el martes!». Esa frase quedó grabada en mi mente al punto de hacerme pensar en otros aspectos del encuentro. El impacto que me causó esta frase hizo que mi mente volara a 250 km por hora, como si estuviera en una película de Rápidos y Furiosos buscando respuestas adecuadas sobre lo acontecido. Sin embargo, no las encontré. En cambio, sí encontré otros aspectos olvidados, unas preguntas que me orientan a pensar si tomamos la actitud correcta como verdaderos hinchas peruanos. ¿Por qué seguir criticando si fue o no fue gol? ¿Acaso eso va a cambiar el resultado del encuentro? ¿Acaso estamos eliminados del Mundial? De seguro cuando leíste la introducción anterior pensaste ¿este tipo está loco? ¿Cómo va a dejar de lado el robo que nos hicieron? Tranquilo, al final me vas a dar la razón. Abro párrafo.
Redundar en que Daronco debió ir a revisar al VAR para convalidar el legítimo gol peruano (cosa en la que estoy completamente de acuerdo) tal vez no termine de esclarecer todo el debate en torno a la derrota contra Uruguay. Digo tal vez porque nadie es dueño de la verdad absoluta en estos temas. Pero vamos a ir por partes. Hasta el córner del minuto 42 (maldito córner) que conllevó al gol de De Arrascaeta, Perú llevaba haciendo la misma chamba de siempre: jugar a ese fútbol de calle, formando triángulos constantes para asociarnos constantemente y sacándole brillo al Centenario. Sin embargo, para esas alturas del encuentro, ya se notaban algunas resquebrajaduras en el equipo peruano al reflejarse la pobre labor defensiva de Trauco, las constantes pérdidas de balón de Yotún y Peña y la poca eficacia en el ataque “blanquirrojo” por parte de Lapadula.
Acá abro un paréntesis para mencionar una frase del periodista deportivo Dante Panzeri: “El fútbol moderno no existe. Solamente existe el fútbol en dos escalas cualitativas: bueno o malo”. Mientras leo al maestro Panzeri, se me viene a la mente una simple realidad. Uruguay es una selección que siempre ha sido complicada para el fútbol mundial. No por nada han sido campeones en los mundiales de 1930 y 1950 (con maracanazo incluido), quince veces de la copa América (uno de los mayores ganadores junto con Argentina) y productores de jugadores de talla mundial caracterizados por llevar en su ADN la sangre caliente como Obdulio Varela, Diego Lugano y Víctor Andrade o jugadores que te pueden resolver un partido con un pase o un gol como Rubén Paz, Enzo Francescoli o Luis Suárez. A simple vista, Uruguay es una selección completa, capaz de ser un equipo ganador (y sí que lo son) y de jugar de manera privilegiada. Sin embargo, no les identificaría jugar armando paredes y llegando, metiéndose hasta el arco con pelota y todo. Al ser un país de solo 3 millones de habitantes se determina la unión y la capacidad de salir adelante en la adversidad como su principal fuente de inspiración para ser los diferentes del resto. Para esto, existe una frase “campera” que marca la diferencia: “Es lo que hay, valor”. Y qué mejor valor que jugar en humildad y dejando todo en la cancha, hasta el pitazo final, para sentirse representados que, incomodando, pateando, jugando atrás y aprovechar las oportunidades de gol que tienen para meterla. Eso los representa. Por lo tanto, para la materia del fútbol y de Panzeri, los uruguayos deciden jugar mal. Aunque eso a los uruguayos les importa poco o nada.
Volviendo al partido, el saque de esquina en el minuto 42 y posterior gol anotado por De Arrascaeta cayó como un balde de agua fría para los peruanos. El atrevimiento y el buen juego de los peruanos quedó al margen por la garra y la pierna fuerte charrúa. Y así terminó el primer tiempo, con más dudas que certezas. No obstante, el equipo peruano nos invitaba a creer en la remontada por los antecedentes en partidos anteriores, eliminatorias y por el juego que desarrollamos en gran parte del primer tiempo. La fe intacta en el “Centenariazo” seguía de pie a imitarla 41 años después de aquella mítica hazaña en 1981.
El segundo tiempo, fue un monólogo clásico de Uruguay en el que impusieron su clásico juego defensivo o como se dice en el fútbol italiano “catenaccio”. Perú no supo encontrarle vuelta al marcador y parecía que se quedaba sin ideas. Además, sin Carrillo (lesionado) y sin Cueva (cambio táctico) parecía muy difícil que podamos generar espacios y encontrar oportunidades de cara al gol. Más allá del empuje y el corazón que el equipo ponía en cada jugada, Uruguay se engrandecía en cada segundo que pasaba. Y lo entiendo, se estaban clasificando directo al Mundial cuando hace tres fechas su clasificación estaba muy cuesta arriba. Era casi un milagro lo que estaba sucediendo con los charrúas y no lo iban a desaprovechar. Hasta que llegó el minuto 93. El minuto que silenció a todos los uruguayos quienes ya estaban celebrando su pase al Mundial. Miguel Trauco, en una de las últimas jugadas, quiso, por desesperación, mandar un centro al área uruguaya, pero la zurda prodigiosa del tarapotino y la suerte quisieron que el centro sea pasado y se le metiera al arco del arquero uruguayo Rochet, que no dudó en dar unos pasos atrás para dar seguridad y agarrar la pelota. Lo que seguramente no se percató es que la pelota estaba dentro del arco. Sí muchachos. La pelota estaba dentro del arco. ¡Era gol! Hubiera sido gol hasta antes de las nuevas reglas de la FIFA. ¿Y cómo es eso? Según el artículo 10 del reglamento oficial de la FIFA se valida un gol cuando la pelota entre al arco en su 100%, en su totalidad. Muchos me dirán. ¿Acaso no viste la repetición en la televisión o la imagen que salió del VAR? Claro que la vi y en esa se nota claramente que no fue gol. Es verdad que no se muestran todas las tomas, pues tal vez si mostraran otros ángulos del video del VAR (hay 16 tomas en total), podríamos aclarar mejor esta polémica de una forma clara y concisa. Sin embargo, ¿de qué sirve quejarse? Los dirigentes de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) ya enviaron una queja formal. Creo que lo máximo que lograrán es que suspendan al árbitro brasileño Anderson Daronco por un tiempo indefinido o evitar que nunca más dirija para nosotros. De la misma manera, la CONMEBOL y la FIFA son tan corruptas que lo suspenderán por un tiempo para “calmar” la presión mediática. Si no, ¿Cómo justifican que Julio Bascuñán siga dirigiendo en la actualidad después del robo que nos hizo ante Brasil? Esto demuestra que nuestras famosas historias de Instagram o los posts en Facebook o Twitter insultando, agrediendo e incluso, sacándole datos personales al árbitro, no sirven de mucho para vengar esta polémica derrota en Montevideo. Por el contrario, quedamos mal como sociedad al intentar justificar una polémica en la cual no hay juicio claro a través de las redes sociales. De esa manera no vamos a cambiar nuestra realidad. Si queremos empezar a cambiar nuestra realidad, empecemos por criticar y propiciar una renovación a nuestros dirigentes de la FPF. Hay que pasar de la ilegalidad, el desorden y la insensatez que estos dirigentes están insertando al fútbol peruano en la actualidad a un actuar dirigencial con responsabilidad, capaz de mejorar la imagen de la FPF.
En fin, no me extiendo mucho en la corrupción de la FIFA y de la CONMEBOL porque es un tema muy largo que seguramente daría para otro artículo. El principal hecho es ¿Por qué soslayamos la realidad de que Perú no tuvo capacidad de reacción para voltear el marcador? O también ¿El planteamiento de Gareca fue el adecuado para jugar en Montevideo? No ocultemos, con la polémica del gol de Trauco, la realidad de la superioridad de Uruguay sobre nuestra selección en el segundo tiempo. Porque es la verdad. Asimismo, los cambios no fueron capaces de cambiarle el chip a Perú para creer en la remontada. Por lo tanto, Uruguay nos ganó bien. A su estilo, pero nos ganó. El fútbol no se gana por estilos de juego o por el equipo que más pases dio. Se gana con goles. Y el jueves Uruguay fue efectivo, no así Perú. Paralelamente a todo lo que he contado, también tenemos que precisar que el objetivo principal de Perú en las eliminatorias era ir al repechaje. ¿O me van a decir que Perú pensaba quedar entre los 4 primeros? La mejoría de Perú en las eliminatorias nos permitió, en gran medida, soñar con la clasificación directa al Mundial, pero hay que admitir que la “bicolor” arrancó de una muy mala manera las clasificatorias y conforme fueron pasando las fechas logramos una remontada histórica que nos permite seguir soñando con Qatar 2022 en la última fecha y, como un regalo del cielo, depender de nosotros para ir al repechaje. En ese dicho escenario, hasta hace menos de un año, ni en nuestros mejores sueños nos lo planteábamos.
Los partidos se ganan en la cancha, no fuera de ella. Es un refrán conocido en el ámbito deportivo para explicar que más allá de los 90 minutos no hay opciones relevantes de ganar el partido. Asimismo, toca reflexionar en las repercusiones que podamos desarrollar post partido y que pueda influir en el partido ante Paraguay. Estamos molestos, lo sé. Pero toca inteligencia emocional, algo que ya lo empezaron a ejercer los jugadores al no declarar ante la prensa, solo con la excepción de Cueva, Callens, Zambrano y Gallese. David Goleman nos menciona lo siguiente sobre la inteligencia emocional en la adversidad: “Descubramos las emociones y sentimientos propios, reconozcámoslos y manejémoslo. Creemos motivación propia y gestionemos oportunamente las relaciones personales. ¡No te des por vencido en tiempo de infortunio!”. Qué importante la última frase de Goleman porque resalta la actitud del equipo peruano: comerse su ira y cólera en privado y a empezar a pensar en la final del martes. Tal como dice Goleman: No darse por vencido en tiempos de adversidad. Dependemos de nosotros y eso es crucial. Tocará definir otra vez en nuestro templo. El Estadio Nacional será testigo del gozo de la victoria o del sufrimiento de la derrota. A pasar la página muchachos. Si los jugadores pudieron ¿Por qué nosotros no?
Ahora, con todo lo que te he comentado ¿sigues suponiendo que estoy loco?
inexacto… Cueva también declaró [GU1]
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