Por Johan Dianderas
Es 29 de marzo y la euforia te consume de pies a cabeza. Tu selección ha caminado por el sendero más complicado a la última fecha. Caminas al estadio Nacional y te sumerges en el calor de las gradas. Falta poco para el partido y tus lágrimas se resbalan por tus meijllas tras el himno. El pitazo final le pone play a la acción, y el show comienza. Esa pasión, ese color, ese pálpito. Todo lo que puedes sentir por el último túnel en la eliminatoria sudamericana. Corren los minutos, corren las arengas, corre el nerviosismo. Pero en el minuto 5, un zurdo oriundo de Huamachuco manda un mensaje a Lapadula con el balón. El gol fue del atacante, pero la magia de Cueva. Este es el dibujo del quinto minuto en una noche histórica para aquel hincha que vivió en el estadio una fiesta inolvidable. Este es el comienzo de la lámpara de “Aladino”.
La picardía de un jugador de más luces que sombras ha sido vital. Los guaraníes sabían que la carta del Cuevismo era la más letal en un partido que Perú sale a buscar. Sin Carrillo, el ex Alianza Lima iba a ser el conductor del show más esperado, y no desentonó. Su melodía con el balón siempre engañó al rival con enganches sorpresivos y caños para superarlo. En el segundo gol, Cueva dibuja un sombrerito y un arranque que catapultan la película al Oscar: gol de Yotún para gritar y gozar. Sin duda, cuando creímos que la lámpara había sido frotada, había más magia que dispersar en el coloso de José Díaz. Miles de hinchas reuniéndose en las calles formaban esa tribuna fiel, y cada peruano cantó la mejor canción al ritmo del beat más explosivo de Cueva.
En el horizonte de las estadísticas, siempre caminan las realidad más contundentes. Desde el día que Gareca se convirtió en el padre futbolístico de Aladino, él fue el mejor hijo. Máximo asistidor (6) histórico en Eliminatorias con Perú. 15 goles y 14 asistencias con el técnico argentino. Futbolista peruano en actividad con más pases de gol (14). Y podemos deslizarnos por cada noche en la que las críticas sucumbieron en su retiro de la blanquirroja. En cada noche que su conducta opacaba su juego. En cada noche en la que sus travesías europeas o asiáticas timbraban las dudas del hincha. Pero lo cierto es que el plato más frío y sincero es el que sabe a su trascendencia con la bicolor. Y ante Paraguay, la lámpara fue suya a todo pulmón.
Perú espera sentado a Emiratos Arabes Unidos o Australia. Ni la cancha ni la fecha está definida. El final de una nueva película que guarde la ilusión del hincha va a ser impredecible. Un partido único puede mover fichas en el tablero que nadie espera, pero la lámpara deberá brotar esa mística y adrenalina otra vez. Cueva deberá seguir sobre su alfombra, confiando en su mejor versión, en la magia con la que pinta el balón. Si hace 4 años, un penal errado ante Dinamarca enterró una calidad indiscutible, entonces hoy Aladino entierra esas críticas. Hoy el oriundo de Huamachuco contagia el ánimo de remar en competencia de cara a Qatar. Hoy, el Perú luce unido y esas canciones que se tocan en el verde componen el mejor verso al ritmo de Cueva.
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