Por Fernando Gonzalez
Es imposible hablar de grandeza deportiva sin mencionar al Real Madrid. Los merengues cuentan con el palmarés más deseado por cualquier entidad futbolística, además de haber cosechado una identidad difícil de igualar, la cual engloba todo aquello que mantiene relación con el triunfo, la victoria y la superación de la adversidad. A pesar de que no consiguen un título oficial desde 2020, el club hoy se mantiene en pie de guerra en la Champions League, su competición favorita. Durante la previa de los cuartos de final ante el Chelsea, el Santiago Bernabéu mostró un hermoso mosaico. Este mostraba una frase que pasará para el recuerdo: “No juegues con el Rey”
Esto refleja de manera contundente la actual campaña del máximo campeón, en donde ha estado muy lejos de mostrar de su mejor versión futbolística, sin embargo, parecieran ser los únicos en no necesitarlo. Esta impecable historia, con Karim Benzema a la cabeza, comenzó a escribir sus páginas más importantes en el duelo de vuelta correspondiente a los octavos de final contra el PSG. El partido empezó a jugarse fuera de las canchas. La afición hizo acto de presencia con un banderazo extraordinario, el cuál acompañó al bus oficial del equipo hasta la puerta del coloso madridista. El objetivo era claro: debían remontar. A pesar de tener en frente a un equipo lleno de figuras, con Messi, Mbappé y Neymar a la cabeza, los de Ancelotti habían aguantado cual madre leona protegiendo a sus crías. Aprovecharon el más mínimo descuido, y con la garra y empuje de siempre lograron sacar adelante el resultado.
Demostraron al mundo entero que no bastaba con ser mejores que ellos con el balón, o incluso estar por delante en el marcador durante la gran mayoría del tiempo, mantener al Real Madrid con vida es como coquetear con la muerte, con la desolación, con la misma perdición.
El siguiente duelo sería algo personal. Tenían al frente al Chelsea de Tuchel, los vigentes campeones, aquellos que les arrebataron la posibilidad de disputar la final de la última edición. En el Stamford Bridge de Londres, apareció el hombre de los goles importantes, el cuál hasta hace algunos años atrás era denominado como el delantero sin gol y seriamente criticado por la afición. No obstante, goles son amores, y vaya que Karim Benzema cumplió con esto. Con tres tantos parecía haber sentenciado la llave. En la vuelta, y contra todo pronóstico, los Blues contrarrestaron la experiencia con su clásico buen trato con el balón. Luego de un primer tiempo prometedor, el partido se encaminaba. Marcos Alonso anotaba el gol de la remontada. Se hizo silencio. La mirada escrutadora de Ancelotti se convirtió en el primer plano del momento. El alma se había ido del cuerpo de miles de fanáticos.
“Espera que lo están revisando, lo están chequeando”. El cuerpo erguido y casi derrotado de media plantilla de repente volvió a la vida. El gol había sido anulado. Aún estaban vivos. Las opiniones se dividieron, se desempolvó el reglamento de la FIFA, por unos momentos el partido se volvió un evento burocrático. Se hablará mucho de este momento. Cual gol del campeonato, el estadio se levantó. Creían en la remontada. Un tiro al palo estremecía a los londinenses. Pero todo volvió a oscurecerse. Timo Werner, anotó el tercero a falta de 15 minutos. Pero, no juegues con el Rey. Luka Modric tomaba el balón en tres cuartos de campo, y en una flexión de cuello tenía el destino del balón. La parábola de este llegó preciso a su destino: La diestra de Rodrygo Goes. El joven brasileño anotó el gol del descuento tras pase del que él mismo denomina como su padre. Aquella combinación era como un desfibrilador en el momento justo. Habría alargue.
30 minutos más en dicho campo deben ser un auténtico vía crucis para los visitantes. Benzema, de noche incómoda hasta ese momento, anotó el segundo tanto con un espléndido testarazo. La tarea había sido completada, estaban entre los cuatro mejores equipos del continente.
Con cualquier otro escudo, clasificar de dicha manera sería sinónimo de una crisis futbolística o motivo para las críticas de la prensa. Con el Real Madrid prefieren agachar la cabeza. Con ellos es especialmente difícil realizar una premonición. Los expertos del fútbol guardan silencio.
¿Quién será el siguiente equipo capaz de plantarle cara? Del otro lado de la llave, se encuentra un viejo conocido. Su nombre es Pep Guardiola. Uno de los pocos capaces de haber entrado en la jaula del león y haber salido ileso, haber salido como vencedor. Esta vez sin Lionel Messi en su equipo, pero con un grupo muy comprometido, y a 90 minutos de volver a enfrentar a su clásico rival, ¿Será Pep Guardiola capaz de derrocar al rey otra vez? Te doy un consejo, tómate tu tiempo para pensar.
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