Por Sergio Herrera Deza
“Ya no tengo el impulso físico, las ganas emocionales ni todo lo que se necesita para desafiarte a ti mismo en lo más alto del nivel. Estoy agotada”, fueron las palabras de Ashleigh Barty tras anunciar su retiro del tenis en marzo del 2022. A sus 25 años, la australiana ya había coronado el Roland Garros (2019), el Wimbledon (2021) y el Abierto de Australia (2022), pero no había logrado vencer sus demonios internos. Tampoco era la primera vez que sucedía. Ya cuando tenía 18 años y acababa de ganar Wimbledon en la categoría junior, estuvo a punto de retirarse. Solo su amiga, la tenista y hoy presentadora Caser Dellacqua pudo convencerla de que había un camino por delante. Y vaya que lo había. Pero este año, el desgaste finalmente se impuso para Barty.
Resulta ser un caso emblemático, más no el único. Un año antes, en julio del 2021, la japonesa Naomi Osaka se retiraba del Abierto de Francia. El motivo era simple: padecía depresión y ansiedad, pero los organizadores del torneo no le creían. Cuando decidió no presentarse a las conferencias de prensa posteriores al partido, se le impuso una multa de 15.000 dólares. La habían presionado a revelar sus síntomas y como quería cuidar su salud mental, decidió dar un paso al costado que las autoridades del tenis mundial jamás lograron comprender. Solo se quedaban con sus números: cuatro veces ganadora del Grand Slam. Separaban a la tenista de la persona y se quedaban únicamente con la primera.
Bajo esta premisa, conviene preguntarse por que en el tenis se produce depresión entre profesionales de primer nivel. Al punto que su paz interior llega a importar mucho más que sumar victorias en su historial. Ante tales decisiones radicales, queda abierta la posibilidad. Por ello es que el presente ensayo se enfocará por esclarecer las causas y consecuencias de los problemas mentales que aquejan a estas grandes tenistas, así como las soluciones que están evaluando los organismos internacionales. Finalmente, desglosar estas propuestas a través de los argumentos de una asesora psicóloga representativa de la WTA (Women’s Tennis Asociation).
Para empezar, las causas del desarrollo de trastornos mentales en las tenistas pueden atribuirse a factores tanto internos como externos al entorno de la deportista. Por un lado, la multa de Naomi Osaka es un caso que prueba cómo los Grand Slams presionan a las tenistas a ocultar sus problemas personales para impedir que los torneos se detengan. Prima un interés económico que deshumaniza a la deportista. Aunque la explotación puede comenzar desde el entorno doméstico. Pues existen padres que, desde una temprana edad, presionan a sus hijas a superarse en el deporte, pero sin dejar margen de error. Esta formación tiene un doble rasero: porque si bien puede forjar disciplina al momento de competir, genera perfeccionismo e inseguridad a largo plazo.
Así lo demuestra el caso de la australiana, Jelena Dokic. A inicios del 2002, la tenista de raíces croatas, se perfilaba como una de las 10 primeras de la WTA. Sin embargo, el abuso físico y verbal que su padre le propinaba para que “sea mejor” no la dejaba en paz. Con los años, el rendimiento de Dokic iría declinando hasta finalmente retirarse del tenis sin muchas luces en el 2014. Recientemente, confesó que el retiro agravó su situación. Porque ante la ausencia de la disciplina del deporte, toda la frustración por no haber rendido lo suficiente la perseguía día y noche. Hasta que pensó en suicidarse. “Casi salto desde el piso 26 de mi casa”, llegó a decir. Así, la exigencia que se había impuesto a través del abuso de su padre había ocasionado que reprima sus emociones durante varios años.
Al mes siguiente del retiro de Osaka, el US Open 2021 decidió implementar un plan de medidas para ayudar a los deportistas a lidiar contra la presión de las competiciones. La estrategia consistía en un plan de atención médica con especialistas en salud mental destinado a los tenistas. Uno de los especialistas convocados debía ser una experta en psiquiatría deportiva. Asimismo, se inauguraron áreas de recuperación, relajación y silencio en el estadio y los hoteles de alojamiento.
Sería cuestión de tiempo para que el Abierto de Francia también se sumase a la nueva tendencia. Un artículo del Chicago Tribune de mayo del 2022 narra cómo la última edición del torneo incluye una sala de 80 metros cuadrados en el estadio principal con 11 camas y auriculares supresores de ruidos. Por otro lado, la asesoría médica ahora es permanente, pues se instalaron líneas telefónicas permanentes para contactar psicólogos y psiquiatras. Algo que destaca también es la inclusión del yoga como actividad para alivianar las tensiones mentales.
Por ejemplo, un estudio del 2007 de la Universidad de California reveló que después de dos meses de practicar yoga tres veces por semana, pacientes con depresión clínica experimentaban una disminución significativa de ansiedad y estrés. Asimismo, el yoga también ayudaría a mejorar la concentración durante los partidos. Porque en esta disciplina se aprende a sincronizar los movimientos con la respiración, mientras se medita. En esa línea, investigadores de la Universidad de Illinois demostraron que, tras 20 minutos de estas rutinas, los participantes podían resolver más rápido test mentales. Si en un corto periodo de tiempo se experimentan estas mejoras, no es descabellado pensar que, si se ejercen rutinas de yoga diarias, las tenistas pueden experimentar mejoras sustanciales que van desde su motivación para practicar el deporte hasta agilizar los actos reflejos que emplean para golpear la pelota a tiempo.
Por su parte, las asesorías psicológicas han tenido respuestas contundentes. Becky Ahlgren, vicepresidenta de salud mental y bienestar de la WTA, estimó que hubo un alza del 30% en las sesiones para las tenistas de la WTA durante la primera mitad del 2022, en comparación a la registrada en los meses iniciales del 2021. Una tendencia que ha sido aprovechada por exponentes del tenis femenino. Es el caso de la española Rebeca Merino, quien llegó a ser una de las 40 mejores del mundo, pero que puso en paréntesis de cinco años a su carrera por depresión. Tras su retorno, logró clasificar al Roland Garros por primera vez en más de una década y halagó el diálogo en torno a la salud mental que ahora se produce en la WTA. “La gente no entiende en realidad por todo lo que yo pasé con mi salud mental y por qué me alejé del deporte. Ahora tenemos a muchos más deportistas que hablan de la importancia de la salud mental en sus carreras”, declaró Marino.
El diálogo en torno a la salud mental también ha llevado a visibilizar en los medios a los asesores psicológicos de “las más grandes”. Así lo demuestra la psicóloga deportiva Daria Abramowicz, cuya paciente más famosa es la polaca Iga Swiatek, actual número uno de la WTA. La especialista logró identificar el estrés en tres niveles: pensamientos, emociones y respuesta corporal. Abramowicz señala que el proceso de ansiedad suele iniciar con un pensamiento, luego el cerebro lo asocia con una emoción. En los deportistas de alto rendimiento, suelen ser frases como “tengo que ganar esto”, un enunciado simple, aunque muy influyente a nivel emocional. Pues juega mucho con la presión que siente la tenista por superar sus rachas pasadas o ser mejor que el contrincante. Si no se controla a tiempo puede causar desconcentración, ansiedad y en última instancia, el fracaso deportivo.
Para Abramowicz, la solución para Swiatek y las tenistas en general, es reforzar vínculos humanos fuera del ámbito deportivo. Ella lo define como el “ancla humana”, pues a través de los lazos con amigos y familiares se consigue estabilidad emocional. Interactuar con seres queridos genera un balance con la preparación física. Este es un factor que, a largo plazo, logra que la tenista abandone el perfeccionismo y al momento de sufrir una derrota, se convenza de que no debe alarmarse: porque dispone de más aspectos importantes en su vida que la hacen valer como ser humano.
En otras palabras, para la psicóloga polaca es un error para cualquier tenista o deportista en general orientar su vida exclusivamente a la práctica de su disciplina. Esto ocasiona que la estabilidad emocional del paciente dependa del éxito y fracaso en el deporte. Algo que es imposible mantener, debido a las propias limitaciones de los seres humanos. Finalmente, Abramowicz sabe jugar con el uso del léxico para ayudar a sus pacientes. Por ejemplo, no habla de “problemas”, sino de “desafíos”. Tampoco habla de “ser mejor”, sino de “pasar de un nivel negativo a cero” y “del cero a ser cada vez mejor”. Dicha estrategia sirve para persuadir a la tenista que el éxito se alcanza en fases escalonadas y no a través de un solo camino lineal.
Para concluir, la ansiedad y la depresión continúan siendo trastornos comunes para la salud mental de las tenistas profesionales. Si bien el origen del problema rastrea sus orígenes tanto al ámbito doméstico como deportivo, todos aquellos apuntan a un argumento errado: creer que el deporte debe ser el eje exclusivo en la vida de una tenista. Según esta visión, las actividades alternativas y las relaciones humanas se mantienen en un segundo plano, pues son vistos como distractores. Esto se ve materializado en acciones arbitrarias como el abuso parental que sufrió Jelena Dokic o la presión mediática que desencadenaría el retiro de Naomi Osaka. A ellas siempre se les obligó a que sigan concentrándose en el tenis sin prestar atención a sus problemas personales.
Historias de sufrimiento como estas han llevado a un cambio progresivo de mentalidad en los Grand Slams. Así lo demuestran las nuevas medidas a favor de la salud mental que han tomado el US Open y el Roland Garros en los últimos dos años. Estas se ven enfocadas en el yoga como un potenciador de habilidades que, al mismo tiempo, disminuye el estrés. Por otro lado, las asesorías psicológicas toman un especial protagonismo, debido a que permiten el cambio de conductas predefinidas como el perfeccionismo en favor de conceptos como el “ancla emocional” que ayudan a la tenista a disfrutar las victorias y, sobre todo, a asimilar las derrotas como momentos pasajeros que no intervienen en las demás aristas de su vida.
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