Por Gonzalo La Torre Elera
Los inviernos en Lima suelen ser desalentadores. El cielo ya no es más la panza de algún animalito obligado a la carga, y pasa a ser un blanco insípido con tanta humedad que enferma.Si no fuera porque para poder conseguir el alimento diario y subsistir se debe dejar la casa (más que antes porque la virtualidad se aleja lentamente) nadie saldría por estas fechas. En ese escenario, pocas cosas pueden levantar el ánimo general y menos veces consecutivas.
La Selección Peruana de Futsal Down lo pudo hacer. Dos veces este año. En abril, durante la Tercera Copa del Mundo, demostraron toda la pasión y el compromiso que tienen con la institución a la que defienden, la que ellos entienden como su madre patria. El esfuerzo que vienen haciendo no tiene precedentes, y se podría hacer un libro con las historias, experiencias, y fracasos que tuvieron que pasar para poder llegar hasta el lugar donde se encuentran hoy.
Pero ahora eso es lo de menos, porque están felices. Lograron ser los quintos mejores futbolistas del mundo y se llenaron de orgullo. Les hicieron infinidad de notas de prensa, reportajes, reconocimientos, sesiones fotográficas y entrevistas, con una atención (más que merecida) que nunca habían recibido antes. Eso tampoco importa, porque les basta con que reconozcan su trabajo. Todavía queda camino por recorrer, pues aún no son reconocidos oficialmente como la selección oficial de futsal del Perú, aunque sigan defendiendo su escudo.
El viernes 26 y sábado 27 de agosto hubo acontecimientos históricos para el deporte peruano, en un año muy positivo para las disciplinas deportivas donde logramos ser bicampeones del mundo gracias a Kimberly García. Se trata de un paso grande hacia una sociedad mejor, más empática, más abierta para todos. Vivimos, por vez primera, el clásico del pacífico entre Perú – Chile y el partido más icónico del balompié peruano, Alianza Lima vs Universitario de Deportes para atletas con diversidad funcional. El 26 no solo se celebró el avance dado en el deporte, sino también se disfrutó el momento con una banda de la Policía Nacional del Perú y la presencia de Deyvis Orosco, artista exitoso local; Jefferson Farfán, futbolista histórico del país y otros personajes destacados. El primer encuentro entre Chile y Perú fue victoria para los locales, en la Videna de San Luis.
El sábado, de manera impensada, superó al viernes. El ambiente fue emotivo, vibrante, bullicioso. La barra de Alianza llenó más de la mitad del coliseo, pero los simpatizantes de la «U» alentaban a sus jugadores con fervor. Bombos, banderas, cornetas y silbatos. Cánticos y aplausos. El resultado es lo de menos, porque todos ganamos con eventos de estas características. Lo que sí se puede decir es que el encuentro fue disputado y cada uno de los goles fue celebrado desde el alma, como saben hacer los atletas que darían la vida por los colores de los que son hinchas. Tan bueno fue el ambiente que los seleccionados nos regalaron algunos pasos de baile, de marinera peruana.
El partido de vuelta no fue la excepción. A pesar de que los seleccionados tenían la ventaja, salieron a dejar todo en el campo. La mejor manera de mostrar respeto por tu rival es compitiendo lo más que puedas, no siendo contemplativo, y nuestros deportistas lo saben bien. El equipo se vió sólido, consolidado en el juego colectivo, mejor preparado que antes gracias a los microciclos y a que, por fin, pueden tener un pequeño comando técnico que cuide sus necesidades como plantel. En estos tres meses se ha avanzado considerablemente, y los jugadores se ven en mejor forma que cuando disputaron el Mundial. Siguen trabajando duro y mostrando resultados. Se llevaron el encuentro, animaron a sus rivales, gritaron cada gol con todo el corazón y llenaron el estadio de alegría en una noche de frío que parecía no tener remedio. Sacaron del letargo a todos los presentes, y dieron algunas sorpresas que no se pueden contar pero que los asistentes se llevaron en exclusiva.
El primer clásico del pacífico también terminó en una fiesta. Las personas invadieron el terreno de juego, se tomaron fotos con los deportistas nacionales e internacionales, grabaron videos en la loza deportiva y los acompañaron a levantar el trofeo que no celebra una final sino un trayecto que inicia. Del otro lado, tenemos también la consigna de visibilizar, difundir y celebrar eventos de este estilo, que contribuyen al bien común.
El trabajo del Colectivo Down Perú, y específicamente de Gissely Alvarado, ha permitido que los avances que se tienen a día de hoy sean posibles. Ella seguirá adelante hasta que los seleccionados reciban el reconocimiento que merecen, en todos los niveles de la sociedad. Han comprendido que el deporte es una poderosa herramienta de cambio, y cada vez que los atletas entran a una cancha de fútbol muestran su potencial. Alianza, Universitario y Cienciano están abriendo las puertas a la inclusión, ¿Qué falta para que los demás se convenzan?
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