Por Johan Dianderas
Corrían los 80 minutos del clásico del fútbol peruano y Alexander Succar había marcado el segundo para los cremas desde los doce pasos. De pronto, sus compañeros lo felicitaron colgándose de su cuello, dándole palmadas en la espalda y sobando su cabeza. Sin embargo, el frío de la tarde congeló la celebración del “9”. O al menos, eso parece.
- Ojo que se armó un lío abajo – alertaba el comentarista Diego Rebagliati
- Se molestaron porque Succar…. – decía el reportero en campo
- ¡Y ahora lo expulsan! – anunció Rebagliati con sorpresa
Sin llegar a su campo, un minuto bastó para que Augusto Menéndez saque del partido al delantero. “Zapatito” era el utilero de la “U” y el delantero llevó su mano a la frente, buscándolo por todos lados y celebrar con él. Así no lo vio el batallón blanquiazul: para ellos era un insulto, un dardo directo al honor de Alianza y sus casi 30 000 almas en Matute que habían separado su tarde de domingo para dejar flotar su aliento. Sin embargo, Succar ya había dejado demasiada “aSuccar” en la caldera para convertirse en el héroe de un tambaleante año crema. Y sí, ante el rival con el que no puedes caer.
La mochila más pesada del año
Séptimo en el acumulado y quinto en el apertura, la “U” viaja entre penas y glorias, y no desde este año, sino por una sequía de casi 10 años sin levantar el trofeo liguero en el país. Desde aquella definición por penales ante Real Garcilaso, bajo el calor de Huancayo, los cremas se han olvidado de sumar un título más a sus vitrinas. ¿Quién quiere tener esa mochila en la espalda? Uno de los héroes de ese entonces, José Carvallo, lidera hoy a sus 36 años una escuadra que busca dar aletazos, salir del fondo del abismo y regalar alegrías a sus fieles hinchas.
Esa escuadra hace pocas semanas perdió a su mejor jugador, Alex Valera, cuyos 12 goles lo mantienen todavía en la lista de goleadores pese a haberse sumergido en el balompié árabe y asegurar un futuro familiar. Entonces, ¿quién iba a hacer estallar la legión crema de goles en tiempos de crisis? Con una plantilla corta, todos los ojos eran para un ex Sporting Cristal y selección sub 20: Alexander Succar.
Él llegó a la tienda merengue en el año matriz de la pandemia: 2020. Desde ese entonces, su currículum en Ate se ha inundado en más críticas que elogios: marcó cinco goles entre el 2020 (3) y 2021 (2). Mientras Jonathan Dos Santos y Alex Valera cargaban con la “9” en dichas temporadas, Succar remaba por sobresalir y pinchar el corazón del hincha con alguna alegría traducida en una anotación.
Un termómetro único
No fue fácil. El último domingo, la U buscaba cosechar la alegría más grande en el año: tumbar la fiesta blanquiazul, que había sido orquestada por la voz de Mauricio Mesones, el Zambo Barbieri, la condecoración a la marchista peruana Kimberly García por su doble medalla de oro en atletismo y una marea de globos azules que ponían color a la tarde.
En familias o en parejas, solos o acompañados, sentados en las bancas o en las escaleras, el ambiente era único. Succar comandaba el ataque crema, pero en los primeros minutos de juego era anulado por la poca transición del medio a su zona. De repente, un balón largo fue el ansuelo del “9” y le ganó la posesión a un discreto Christian Ramos cerca a su área. En las gradas, el hincha victoriano cruzó los brazos y gritó sin filtro: “¿Cómo puede perder esa bola?”.
El peligro no se asomó, pero sí la idea de que Succar debía aplicar su viveza para buscarse sus chances de cara al arco. Pelota a pelota, Succar comenzó a luchar más los balones aéreos y a tratar de darle un respiro, aunque sea efímero pero jugoso, a Universitario. La perseverancia le traería recompensas pasada la primera mitad.
José Carvallo solo necesitaba una capa para coronarse superhéroe de la tarde: salvó tres ocasiones claras de gol en los primeros 45. La “U” sufría. Sus hinchas, desde sus casas y no a metros del equipo saltando y coreando en una tribuna, también. De pronto, la legión crema celebraría: gol de los visitantes. De pelota parada, Leonardo Rugel enmudeció a los fanáticos de todos los sectores al cazar un balón suelto tras cabezazo de Quina.
Corrieron los minutos y las personas dejaron los asientos por pararse en medio del suspenso. Esta última palabra recorrió cada movimiento del técnico blanquiazul Carlos Bustos. “Zorrito” Aguirre y Paolo Hurtado a la cancha. Más tarde, Jefferson Farfán tendría algunos pasajes en su vuelta a las canchas tras 9 meses. La “U” aguantaba hasta que un pase de Polo hizo que Succar luche con esa garra clásica de los merengues al borde de la línea lateral, ponga el cuerpo ante la marca de Yordi Vílchez, lo deje en el piso en el área y gane un penal provocado por Christian Ramos. No dudó en coger el balón y mandó el disparo al lado derecho de Campos. Un disparo frío como la expresión de su rostro y como el caer de la tarde. Sí, por primera vez, Succar había dejado su nombre en el legado de los clásicos. Y lo que es mejor, había desilusionado a toda una caldera con mucha “aSuccar”. Tanto así, que se fue expulsado.
En tiempos de crisis, lo inesperado sale a flote. ¿Qué juega el delantero de 27 años hoy? Más allá del aporte a tienda merengue, de ser protagonista de una victoria estruendosa en Ate, una que Pedro Ortiz Bisso predijo en una columna recordando la última vez que se jugó un clásico en Matute en el 2019, Succar juega el valor de su reputación para seguir escalando. Calmado y empeñoso, ya acumula 5 goles en el año. ¿Serán más? No lo sabemos, pero una joven promesa que se formó en el Rímac trata de hacerse un nombre en Ate. Y no es fácil con una comunidad crema que espera el título 27 desde hace casi 10 años. Porque, como decía Jose Luis “El Puma” Carranza, la “U” es la “U”.
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