Por Milovan Byrne
En la romántica voz del sol de México, las letras de esta romántica canción quizá podrían describir el futuro de la selección peruana:
No sé dónde vamos a parar
Eso ya la piel nos lo dirá
Para qué jurar y prometer
Algo que no está en nuestro poder
Yo no sé lo que es eterno
No me pidas algo que es del tiempo
Y claro, ustedes pensarán que este joven redactor estará en modo amor y paz, capaz de romantizar una canción culturalmente dedicada para conquistar a esa chica/chico que hace latir tu corazón a mil por hora. Pero si nos ponemos a reflexionar en la letra de esta canción ¿Es acaso capaz de reconvertirse para definir la primera convocatoria de la era Reynoso?
No sé dónde vamos a parar. Más aún cuando el contexto cambia rotundamente. Un nuevo técnico que por más experiencia que tenga es la experiencia más difícil (y atrevida) de su carrera, jugadores que este viernes pueden llegar a ser llamados por primera vez a una convocatoria de la selección, como también se presenta la posibilidad del regreso de jugadores marginados durante la era Gareca. Y lo más interesante será ver cuál será la columna vertebral de la era del Reynosismo en la “blanquirroja”. No sabemos el futuro de la selección, eso ya la piel (y el camino) nos lo dirá.
Si no sabemos en qué consistirá la selección de Reynoso y, menos aún, los jugadores que pueden estar ¿Por qué insistimos que ya no vamos a jugar a la religión del toque? Si hay algo que al buen Juan lo ha caracterizado es que no es fan de la monotonía. En comparación con el “Tigre”, amo y fanático acérrimo de respetar la armonía del grupo y los procesos, el actual técnico de la selección ha sido capaz de rotar jugadores, tácticas de juego y hasta alineaciones del once titular para amoldarse a diferentes situaciones que el rival contrario o el partido requiera.
Si la memoria no me falla, ha jugado con línea de defensa de 3, 4 y hasta 5 defensas. Ha sido capaz de adaptarse al momento que se le requiera. Por ende, según como ha sido su modelo de juego en todos los años, pensamos que la selección “perderá” el buen toque desarrollado durante la era del “tigre”, pero ¿y si no llega a pasar eso? ¿Y si solo limita un poco el excesivo toque peruano y no lo extingue? Yo no lo veo descabellado agregándole que es su primer reto en una selección y posiblemente el mayor reto de su carrera. Un club no es una selección y es por ello que, en un inicio, no podrá plasmar su idea de juego en una selección que ha llevado casi un ochenio de años jugando a una misma idea de juego. Más aún cuando el tiempo con los jugadores será mucho menos, desde los entrenamientos, partidos hasta conversaciones privadas.
Resultará interesante si el “cabezón” se animará a plasmar su idea de juego combinando el juego del toque y pared peruana con la agresividad, el buen orden defensivo y la rotación de jugadores, tres de sus principales características en sus equipos. Aunque la idea resulte muy atractiva, no me cabe duda de que, a mediano o largo plazo, Reynoso terminará decidiendo lo mejor para el equipo de acuerdo con el contexto que se le presente en cada partido. Pero solo con el tiempo se verá si podrá ejecutar esta idea tan seductora mencionada en los párrafos anteriores. Hasta ese entonces para qué jurar y prometer algo que no está en nuestro poder.
No estamos para decepcionarnos, pero tampoco para ilusionarnos. Señores: prudencia. Mantengamos la calma. No critiquemos si ante México pone formaciones con mucho orden defensivo como 5-4-1 o un 4-4-2 ni tampoco pensemos que con un 4-3-3 o 4-2-3-1 veremos a ese Perú vistoso de los últimos años que le jugaba de tú a tú a cualquier selección. Si algo debemos aprender del partido ante Australia es que la ilusión puede ser un fruto que hay que agarrar con mucha delicadeza. Puede ser esperanzadora como lograr tus sueños, como dañina cual tabaco al pulmón. Simplemente, apoyemos al “cabezón” y al equipo más querido de todos porque no sabemos cuándo se va a acabar este hinchaje y apoyo (espero que nunca) tan lindo que la selección nos hace gozar desde hace ya varios años. Yo no sé lo que es eterno, no me pidas algo que es del tiempo. Yo no sé mañana. Sigan con el coro.
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