Por Sebastián Guerra
Vivimos en un ambiente futbolero que cree, jura y promueve que todo lo bueno que sucede alrededor de un equipo de fútbol es por los jugadores, pero cuando la situación cambia y todo es tensión, siempre se dice que es culpa del entrenador.
Algunos van aún más allá. Creen que el entrenador es solo el 10% de un plantel y el 90% restante lo dividen jugadores e hinchas. Eso es casi negar la influencia del director técnico y todo su staff. Un buen entrenador te hace funcionar un plantel sin tanta variante y un mal entrenador te puede hacer lucir mal al plantel más laureado de todos.
La temporada pasada, Universitario terminó con una racha de más de 10 partidos sin perder, pero el hincha tenía aún el sin sabor del rendimiento. La continuidad del técnico anterior era un hecho, pero la 12 no lo tenía del todo digerido.
Se armó un plantel sin tanta estrella. Se incorporaron casi 15 jugadores y se dejó ir un número similar. Se armó una nómina amplia, la cual fue un salto de calidad de manera nominal, pero faltaba lo importante: los resultados. Carlos Compagnucci fue cesado como técnico de la U ante la falta de triunfos y el hincha de Universitario casi que dio por terminada la ilusión del Torneo Apertura. Bueno, eso en un primer momento.
El 2022 hubo un entrenador que estuvo cerca de venir y declaró “se había quedado con las ganas de dirigir Universitario”, pero siempre mostró el don de la caballerosidad para poner por delante el “debo” por el “puedo”, pues a pesar de poder dejar a Danubio-club que dirigía en ese momento-prefirió quedarse, porque el momento no era el adecuado. Hablo de Jorge Fossati.
El experimentado estratega uruguayo cuenta con un palmarés de lujo. Campeón de Peñarol, campeón nacional e internacional con Liga de Quito, campeón en Paraguay, Qatar y seleccionador de su país natal, quizás el mayor orgullo en la carrera de un entrenador: dirigir a tu selección.
Los cremas no campeonan hace 10 años y, en mi humilde opinión, no podían tener como entrenador a alguien que no haya ganado nada en su carrera. En ese sentido, cuando este año se tuvo que ir al mercado a buscar un DT, no había mejor elección que Fossati: un líder de hombres.
Debo confesar que la primera referencia que yo tengo de un entrenador es el mismo Jorge Daniel Fossati Lurachi y data de cuando asume como nuevo estratega de la selección uruguaya y enfrentó, en su debut, a mi blanquirroja. Desde aquel momento, me dediqué a seguir su trayectoria y siempre pensé que sería uno de esos entrenadores de lujo que no vendría a dirigir a una precaria liga peruana, pero el destino es así y lo trajo a Universitario a mis 26 años.
El impacto fue inmediato. La U pasó de perder tres partidos al hilo a no perder durante ocho, de los cuales el fue responsable directo en los últimos siete. Si los entrenamientos ya eran duros con el técnico anterior, hoy los propios jugadores dicen ser aún más exigentes. Entrenamientos marca Fossati.
Simeone dijo alguna vez que el mayor orgullo para un entrenador no es un campeonato, sino verse reflejado en su equipo. Hoy, no tengo duda de que el uruguayo se siente totalmente representado por un plantel guerrero imperfecto que lucha y cree a muerte en él.
Convenció a todos y los tiene a todos seguros de que su manera es la adecuada, pero es liderazgo se nota en pequeños gestos y decisiones que quizás pasan desapercibidos.
El primer partido que la U necesitaba ganar era ante Melgar en Lima, pues era previo a un partido de 2 millones de dólares contra Cienciano por Copa Sudamericana. Fossati estuvo en el Monumental, estuvo en el vestuario, dio algún apunte, pero siempre dijo que “hoy fuimos asistentes de Araujo”, dándole su lugar al buen Coco, quien había asumido de manera interina.
Lo siguiente en la lista fue plasmar de primeras su tradicional 3-5-2. Para algunos, este es el sistema más complicado de implementar, pero en una clara muestra de manejo, el experimentado exarquero lo hizo a la perfección.
Jugadores como Tito Urruti, quien conocía a Fossati del River Plate Uruguayo, parecen vivir un momento glorioso en el club. Promesas como Quispe están absorbiendo la sabiduría de una figura que conoce al revés y derecho todo lo relacionado a la vida de un futbolista.
Los entrenamientos pasaron a ser casi a la hora de los partidos y cambió la cinta de capitán, pues siempre en base a sus creencias, un arquero no debe ser quien lleve la banda. Esto fue tomado a bien por José Carvallo, quien sigue siendo uno de los líderes del plantel merengue.
El buen “Flaco”, como era apodado el Uruguayo, tocó las teclas correctas y hoy Universitario es segundo del Torneo Apertura y tiene al hincha ilusionado. El Monumental volvió a entonar las canciones de “Volveremos, Volveremos” y se sienten representados en cuerpo y alma por el comando técnico y sus dirigidos. Hace poco, la U ganó en Argentina por Copa Sudamericana. Un hito que pasará a ser recordado por la eternidad, pues no lo hacía desde el 67. Lo anecdótico de todo esto fue la manera de viajar, pues lo hicieron en terno. Esto puede parecer un dato banal, pero habla de un sello del profe Fossati. Todos con saco y corbata. Zapatillas para comodidad de los jugadores y una maleta cargada de ilusión.
El entrenador merengue acaba de recibir el premio a mejor del mes en su cargo. Los hinchas lo ovacionaron en el partido frente a Atlético Grau. Los jugadores lo gozan en las practicas y charlas. Nosotros, los periodistas, queremos tomarnos un café con esta referencia del fútbol sudamericano, pues escucharlo es aprender.
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