Por Sebastián Guerra
Más calmados, fríos y pensantes-lejos de toda emoción cegadora tras el triunfo agónico sobre Uruguay-toca hacer un análisis frío y sesudo sobre lo que viene para la selección peruana.
Tras el empate contra Argentina en Lima por la clasificatoria a Rusia 18, escuché a Daniel Peredo decir un convincente “que les cueste venir a Lima a quienes van a ir al Mundial”. Esa es mi sensación hace ya un tiempo.
No pretendo, de ninguna manera, pincharle el globo a nadie. La selección me genera una sensación de haber mejorado y tener, de alguna manera, un par de puntos menos de los que merece. Desde el orden y defensa-por lejos la mayor virtud de este equipo de Fossati-, actuaciones imperiales como Zambrano, Gallese, el mejor Peña posible y sacrificios como los de Valera, Callens y las nuevas caras de esta selección, que entienden que siempre fuimos un equipo corajudo, metedor y que pone la cabeza donde nadie pone el pie, se pueden dar pequeños, pero grandes pasos.
No importa si Uruguay o Colombia antes no fueron la mejor versión de ellos. Nos debemos preocupar de ser la nuestra y eso está volviendo a verse. Sí, Carlos (Zambrano). La mayoría del país ya no confía en este proceso, pero es por los que sí creen que deben jugar como los últimos partidos.
Clasificar al Mundial del 2026 hoy parece utópico. Siempre debemos aspirar a ser el séptimo puesto. El mejor de ese cuadrangular de abajo en el que ya no está Bolivia, pues jugando en El Alto se distorsiona todo. Válido, pero distorsionante.
El equipo de Fossati, quien -creo yo- sigue cometiendo errores, da la sensación de que el verso “estamos fuertes y unidos” no es solo eso, sino que existe el convencimiento de poder salir de esta situación. Paso a paso, partido a partido, punto a punto, gota a gota. Sigue Brasil de visita, donde nunca hemos ganado, pero este equipo “Verdeamarelo” no da ninguna impresión de ser aquella Scratch que mete miedo o sea el monstruo que solía ser. Ordenaditos, como se volvió costumbre, se le puede meter en problemas.
Mi sensación personal es que, la puntería debería ser el siguiente torneo máximo de selecciónes y soltar, de una vez, a los Castro, Quispe, Grimaldo, Reyna, Cabrera, Cáceres. Talento y recambio creo que estamos encontrando, pero no podemos esperar que sean Farfán, Paolo o Cueva. Que sean una nueva camada que crezca y asuma que ya no son chicos, que están para calzarse la blanquirroja. Claro, el camino sigue utópico, pedregoso y complicado, pero los soñadores pueden hacerme una sola pregunta: ¿y? La verdad es que tendrían razón. Esto es fútbol y soñar no cuesta nada.
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