Por Milovan Byrne
Bonum facendum malum vitandum. Una expresión clásica de la ética que traducida al castellano significa: hacer el bien y evitar el mal. Pedro, un familiar cercano, me comentó esa frase en un contexto de aprendizaje, repasando los principales aspectos de la ética y la moral. Sin embargo, dicha frase la entendí aún mejor el lunes 13 de junio a las 3:45 pm, la hora del “holocausto” peruano.
Dentro de la ética, las acciones humanas se definen en el centro mismo de la persona que recibe el valor moral, lo percibe lúcidamente y decide libremente en consecuencia. Para que una acción sea plenamente humana, y por tanto responsable, se exige la intervención de las potencias racionales, inteligencia y voluntad, que determinan los elementos constitutivos de dicha acción: la advertencia en la inteligencia y el consentimiento en la voluntad. El falso espejismo que desarrollamos durante la previa del partido ¿fue una acción responsable?. Frases como “¡Nos cobraremos la revancha contra Dinamarca y Francia!” que se resaltaba en las redes sociales o “Probablemente el primer y último mundial de Lapadula” publicada en un diario conocido nos hacen pensar en la increíble capacidad del peruano en anticiparse a hechos que todavía no suceden, en confundir sueños con realidad, lo cual muestra cuánto hemos de trabajar para lograr ser humanamente responsables y maduros. Frases como las señaladas y la actitud que expresan no tienen ninguna similitud con el optimismo y más bien pueden reflejar ingenuidad o vanidad. Un encuentro futbolístico suscita la posibilidad de victoria, empate o derrota. En las frases aludidas, solo se pensaba en el triunfo. ¡No se puede pasar por alto lo vanidosos que a veces somos!.
En ese contexto, nosotros, como ciudadanos, debimos no especular un resultado a largo plazo como jugar el mundial de Qatar 2022, justificándonos en una tendencia compartida de minimizar al rival. Australia es una selección que había clasificado a los últimos 4 mundiales de forma ininterrumpida. Además, ejercían una experiencia previa con respecto a los repechajes en partidos únicos frente a selecciones sudamericanas. Si no pregúntenle como le fue a Uruguay frente a los “Socceroos” en el repechaje para Alemania 2006. Les comento el spoiler: No quieren recordar, nombrar o comentar sobre aquella fatídica definición por penales. Sí, leyeron bien. ¡Por penales!. ¡Qué irónica es la vida!. Por ello, cuando observaba los comentarios en las redes sociales sobre el partido en los cuales minusvaloraban a Australia, llegaba a la conclusión que la convicción del hombre peruano previa al repechaje era ingenua, vanidosa e irresponsable. Una actitud impropia, que el hincha blanquirrojo parece ya haberla hecho costumbre, casi intrínseca.
Dicho esto, durante el transcurso del partido, la “blanquirroja” no supo dominar los hilos del encuentro en donde se impuso el rigor físico y mental sobre el buen juego peruano. Esto es un tema que ya se ha tocado varias veces y seguiré insistiendo hasta el fin de mis días: En la actualidad, el jugador profesional (ya sea peruano o no) no le alcanza con demostrar su “chocolate” o magia que aprendió jugando en su barrio o escuela. El jugador del siglo XXI necesita otros aspectos que ayudan a contribuir a la transformación de un deportista de élite completo, como el trabajo emocional o psicológico que lo ayuden para disminuir el estrés o presión que pueden justamente conllevar esta clase de partidos importantes. Si bien, la selección ha mejorado mucho en ese aspecto, reponiéndose a situaciones muy adversas en las eliminatorias o en las Copas Américas, ante Australia faltó esa reacción interna que caracteriza a un equipo de jerarquía capaz de llegar al Mundial, a un repechaje, a una final y a dos semifinales de la Copa América. Hoy tenían que aparecer los cracks y no lo hicieron, en gran parte por mérito del equipo rival, pero también por una presión psicológica y emocional que llevó a un nerviosismo general en todo el equipo, sobre todo durante la primera parte del juego y en los penales en donde se demostró que el ingreso del arquero suplente de Australia era una estrategia mental de “atemorizar” con la finalidad de que pensemos que era un “especialista de penales”. Así sea Thibaut Courtois o Keylor Navas, la seguridad de un jugador en estas instancias supera cualquier especialista y reto que pueda imponerle un arquero.
Haciendo un paréntesis al tema emocional, desde un tiempo atrás presiento que Perú desaprovecha el primer tiempo en partidos cruciales. Ejemplos hay de sobra. Rescato que en la mayoría de esos partidos que se desaprovechó la primera parte hayamos salido adelante en el marcador ganando o remontando el partido, pero pregunto ¿acaso es necesario siempre salir el segundo tiempo a ir por la “épica” después del jalón de orejas de Gareca?. ¿Por qué debemos depender de un gran reclamo de nuestro director técnico para darnos cuenta de que estamos haciendo mal las cosas durante el partido?. Es un tema que deja espacio para muchas interrogaciones y más si este trae consecuencias malas para el futuro, como es el caso de este partido. Asimismo, otra de las cosas que Perú lleva en desventaja es la forma en la que viene jugando los partidos. Nosotros somos conocidos en el ámbito internacional desde hace ya un buen tiempo. Saben quién es y como juegan Lapadula, Cueva y Carrillo. Tienen por hecho que el principal hombre para marcar por lo fundamental que es para el equipo en la salida del balón es Yotún. Y que los laterales (principalmente Advíncula) suben al ataque para hacer un 2 vs. 1 por las bandas con apoyo a los extremos. Por lo tanto, Perú se ha vuelto un equipo predecible. Sabemos que no somos un equipo rico en variantes en cualquier puesto de la cancha, pero tengo la certeza que podemos probar otras variantes dentro de nuestro equipo, sin tocar nuestra formación, que permitan que el equipo peruano adquiera nuevos conceptos a la hora de mantener nuestro juego en diversas zonas de la cancha. Por ejemplo, si los rivales saben que nosotros jugamos en profundidad buscando jugar por los costados, podríamos aprender a jugar más por el centro. Y si conocen que Yotún y Cueva son los organizadores principales con el balón, pues podríamos agregar jugadores polifuncionales que puedan ejercer dicha tarea. Sé que podemos jugar mejor con lo que tenemos.
¿Por qué me mandé tremendo “floro” si estamos eliminados?. Te lo explico. Este partido debía ser nuestro Rocky 2. En la primera película éramos el equipo sin experiencia que peleó dignamente contra equipos experimentados similares a Apollo Creed. La inexperiencia nos jugó en contra. Ahora, con un equipo que se había levantado de las cenizas, debíamos tener nuestra revancha deseada, pero la vida quiso que ahora nos vaya peor que la anterior vez, ya que ni siquiera en esta oportunidad logramos clasificar al Mundial. En teoría, ahora estaríamos pasando a la tercera película, en donde nuestro mentor Ricardo Gareca (y en Rocky Mickey) muere y cae en depresión hasta que su antiguo rival Apollo Creed lo saca del fondo del abismo y lo retransforma tanto en su vida personal como en boxeador. Sin embargo, en este contexto no encuentro ningún colchón de respaldo que nos pueda sostener si es que “el tigre” deja de dirigir la selección. Por lo tanto, si Gareca se va, estaríamos pasando directamente a la cuarta película, en donde, por primera vez, Rocky se independiza de cualquier mentor que lo ayude. Aunque, para eso necesita de una buena dosis de reinvención y madurez personal para ganarle a Iván Drago en uno de los finales más épicos de la historia del cine. Este caso es similar. A Gareca solo hay que tenerle palabras de gratitud por la vara tan alta que ha logrado con nuestra “blanquirroja”. “Exigirle” que se quede, sería un absurdo después de todo lo que nos ha dado. Que él decida serenamente su futuro. Se lo ha ganado.
Por otro lado, independientemente de la decisión del “tigre”, Perú ya debe empezar a caminar únicamente por su propia cuenta. Sé lo difícil que puede llegar a ser porque el panorama ha cambiado de forma drástica tras la eliminación (era malo, pero ahora se ha agravado). Ahora sí, quienes somos fanáticos de la “blanquirroja” hemos de preocuparnos en el futuro del fútbol peruano, en temas como: las divisiones menores, el recambio generacional, la mala administración de la Federación Peruana de Fútbol, entre otros temas más que antes ni los tocábamos, ya sea por mirar una realidad diferente o por miedo. A pesar de todo, tenemos la obligación de que esta sea una ocasión para cambiar el rumbo, un momento en el que todos empecemos a alzar las velas del barco para remar en la misma dirección. Todos tenemos que aportar nuestro granito de arena, los futbolistas en la cancha, la sociedad en los comentarios responsables por redes sociales, los periodistas en su análisis sesudo y sensato y los dirigentes en la labor legal y jurídica diligente. Cada uno debe cumplir su función, pero apuntando a una meta concreta: mejorar el fútbol peruano a través de la bondad y transparencia, evitando caer en la malicia que a veces ha campeado. El ser “vivo” o corrupto no nos va a llevar a nada. ¿Queremos ver a nuestra selección en el Mundial de 2026? ¡La pelota está en nuestra cancha!. Amantes de la “bicolor”: Bonum facendum malum vitandum.
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