Por Sebastián Guerra
Recuerdo las semanas previas al 31 de marzo del 2015 como si fueran ayer. Mi memoria no es la mejor, salvo de fútbol se trate. Por aquel entonces yo tenía 18 años recién cumplidos, estudiaba ingeniería, pero mi pasión era el fútbol; siempre será el fútbol.
Mi papá lo entendió a la perfección. La selección venía de quedar séptima nominalmente en las eliminatorias a Brasil 2014, pero para todos los efectos vamos a decir que éramos los octavos porque la Canarinha no participó de aquel proceso. Se nombraban varios candidatos para ponerse el buzo de la selección. Marcelo Bielsa, quien no iba a aceptar nunca a mi humilde parecer, Dunga, decían otros, pero un nombre llamaba mi atención: Ricardo Gareca.
Amante de lo poético y la ironía porque, como todo chico de 18 que no sabía recorrer la calle, yo pecaba de ingenuo, pero siempre supe que la última vez que nos quedamos realmente cerca de ir a un mundial-sin contar el 98-fue por un gol de Gareca en la raya del arco. Recuerdo que llegué a mi casa saliendo de clases y prendí la televisión. Quería ver la conferencia de prensa, pues aquel argentino melenudo de cabellera rubia había aceptado dirigir a la selección.
Para efectos prácticos me devoré la conferencia. Aquel entrenador argentino campeón con la «U», multicampeón con Vélez Sarfield y quien, a pesar de habernos eliminado de un mundial no fue a ese mismo certamen, convenció de inmediato a ese chiquillo ingenuo. El “Tigre” soltó dos frases que nunca se irán de la memoria de quien escribe estas líneas: “A partir de este momento soy uno más de ustedes” y “estoy aquí porque creo en el jugador peruano”.
Le costó encontrar el equipo, pero veíamos idea. Volvimos a jugar a la nuestra. Los resultados no acompañaban, pero jugábamos a algo. El tiempo podía ser aliado, pues Gareca había venido con la idea de llevarnos a Qatar, pues nadie en Videna pensaba que fuera posible llegar a Rusia de un momento a otro. El profe alzó la mano y dijo “déjenme pelear esta”. Creyó cuando nadie más. Era más peruano que el himno nacional. Nos convenció a nosotros de que era posible. Aquel 31 de marzo del 2015 no nos dimos cuenta de que habíamos ganado más que un entrenador. Habíamos ganado un líder.
Recuerdo la fecha doble contra Venezuela y Uruguay rumbo a Rusia 2018. Fue el punto de quiebre. Algunos dicen que fue la Copa América Bicentenario, pero no. Aquella fecha doble fue la última vez de algunos jugadores y la Copa fue la consagración de algunos otros. Aquel equipo comandado por Ricardo Gareca consiguió ganar de visita tras 12 años. Fue en Asunción, donde nunca habíamos ganado. Le remontamos a Uruguay en Lima en lo que, creo yo, es la mejor exhibición de fútbol de todo el proceso Gareca. Ganamos en Quito, empatamos en la Bombonera. Fuimos al mundial tras 36 años.
Sí, aquel argentino que nos eliminó y que se quedó sin mundial fue el responsable de llevarnos a la máxima fiesta del fútbol. Aquel argentino fue el principal responsable de los abrazos más bonitos que nos hemos dado los últimos 7 años. Ricardo Gareca logró unir a un país que se ha caracterizado siempre por ser desunido. Demostró que era más que un entrenador, pues se preocupaba por el pueblo peruano y se animaba a dar mensajes extra futbolísticos. Alguna vez leí que trascender significa en realidad el poder pasar la línea de un solo espectro y ser influyente en varios ejes. Hoy nadie duda de que Gareca trascendió, pues es un personaje total.
Siempre he dicho que el fútbol y sus resultados no son una casualidad, sino una causalidad. Al mundial se va como consecuencia de un trabajo serio, metódico, paciente y criterioso. Con un buen sistema de captación, con buena formación de menores, con clubes que compitan en un buen torneo local. Bueno, Perú no tiene nada de eso, pero fuimos al mundial. La razón es sencilla: había un iluminado en la dirección técnica. Ricardo Gareca, que duda cabe ahora, es lo más cercano a un genio que existe en nuestro fútbol, pues puede tapar todas las falencias con su dedo y capacidad de planteo y replanteo. Con su don de gente, pues no solo es una persona de fútbol; Ricardo Gareca es un señor.
Nos hizo soñar y, no contento con eso, nos hizo vivir el sueño. Los niños peruanos pasaron de admirar a los Messi y Cristiano para querer imitar a los Guerrero y Cueva. Los periodistas pasaron de cubrir desgracias deportivas a cubrir hazañas y triunfos. Ricardo Gareca nos malacostumbró al triunfo; nos hizo ver que el fútbol ya era a colores y no solo a blanco y negro, como nos habíamos quedado.
La bendita pandemia cambió todo. El Tigre sintió lo que era el cautiverio y, en las imágenes que se podían ver en televisión, lo veíamos con otro semblante. Fuera de sí, fuera de el mismo y todos con él, pues lo acompañábamos y nos preocupaba la salud mental de quien se había convertido en el héroe de todos. El camino a Qatar fue duro y, tras tanto remar, Perú murió en la orilla. Nos quedamos sin mundial.
Todo apuntaba a una renovación más, la cual sería, sin lugar a duda, la última. La idea de “tabarizar” a Gareca cobraba fuerza. Las condiciones eran la reestructuración del fútbol peruano. Era otro gol de Ricardo y me animo a decir que era el más importante, pero no fue así. Se voceaba que había que tomar con pinzas el asunto económico porque era a la baja. El profe y compañía estaban de acuerdo. Aceptaban la realidad, pero las formas fueron dignas de los representantes que llevaron a cabo la negociación: nivel Copa Perú.
Hace poco el presidente de ADT dijo que la FPF pagaba 90mil dólares mensuales a los equipos que no tienen derecho de televisión. No es para nada ético que una federación patrocine a tres equipos mensualmente. La conclusión a la que todos llegamos fue que no era falta de dinero, sino que, en el fútbol peruano, sí o sí debe gobernar la informalidad.
Se juntaron a negociar un comando técnico con clase, trabajo serio, elegancia y honestidad, pero al frente había personas que no tienen la más remota idea de lo que esas palabras comprenden. El resultado fue la no renovación y el proceso más exitoso de nuestra historia se corta.
Hoy le decimos adiós a Ricardo Alberto Gareca Nardi, Sergio Santín y Néstor Bonillo. A ellos hay que agradecerles por todo lo que nos dieron. Hoy me siento arrancado de mi presente, pues el chiquillo de ingeniería está a punto de terminar la carrera de comunicaciones y la incertidumbre de que será de la selección lo gobierna. Las despedidas siempre son dolorosas y tristes, pero esta la llora el país entero. Ricardo Gareca y su equipo trascendieron, unieron al país. El fútbol peruano, tantas veces culpable de nuestras lágrimas, era nuestra mayor fuente de esperanza. Gracias, Ricardo. Que le siga yendo bien. Los hinchas peruanos valoran todo lo que dio por nuestra camiseta. Gracias, profesor Ricardo Gareca. Sepa usted que el placer fue todo nuestro.
Rubén dice
Excelente articulo Sebastián, eres un excelente comunicador, los artículos se escriben con la mente y el corazón
Arturo dice
Espectacular artículo Sebastián!!!
Vera Lucia dice
Es increíble todo lo que me transmitiste. Lo extrañaremos mucho a Gareca, fue el padre de todo un país y nos brindó tantas alegrías, ojalá él lo sepa.
Allison dice
Increíble lo bien que plasmas el sentir de todos los peruanos en estos momentos. Me encantó.
Allison dice
Increíble lo bien que plasmas el sentir de todos los peruanos en estos momentos. Me encantó.