El básquet peruano y la necesidad de poner fin a su crisis

Por Johana Cabrera

Fue en septiembre del 2018 cuando la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) decidió suspender a la Federación Deportiva Peruana de Básquet, dejándola fuera de poder participar en toda competencia de carácter oficial, incluídos los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

Por si la suspensión no hubiera sido un golpe suficiente para la disciplina en el país, a inicios de junio del 2021 la FIBA determinó desafiliar a la federación nacional de su sistema deportivo, esto ante la inacción de las autoridades del básquet nacional por buscar solucionar los problemas de la disciplina —los cuales terminaron ocasionado su suspensión en el 2018—.

Parecen nunca haber existido aquellos años en los que el básquet peruano obtuvo logros significativos, como la medalla de oro ganada en el Campeonato Sudamericano de 1938, o cuando en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, Ricardo Duarte se convirtió en el máximo encestador de la competencia con 212 puntos.

Pero, ¿qué fue lo que ocasionó esta situación? La Federación Deportiva Peruana de Básquet se vio envuelta en problemas que si bien venían arrastrándose desde años atrás, empeoraron durante las gestiones de Víctor Lainez Arias (del 2009-2012 y 2013-2016). Según la investigación realizada por el medio El Poli, la federación tenía una deuda de s/1,547,004 con la Sunat (proveniente de las gestiones anteriores). La deuda en cuestión fue usada como excusa por Lainez, quien argumentó que no se podían usar las cuentas bancarias de la FDPB para recibir subvenciones por parte del Instituto Peruano del Deporte, con lo que tuvo como “solución” firmar un convenio de cooperación con la Asociación Peruana de Basketball (APB). Con dicho arreglo, la FDPB renunciaba a todo sus derechos como ente rector del básquet peruano. Lo curioso de todo esto es que la APB había sido fundada por el mismo Lainez en el 2010. ¿Qué quiere decir esto? Que a raíz de ese acuerdo, Lainez quedó prácticamente como dueño de la disciplina en el país.

El Consejo Superior de Justicia Deportiva y Honores del Deporte (CSJDHD) tuvo conocimiento sobre el tema gracias a que Mario Ramos y Carlos Garcés, ambos entrenadores de básquet, denunciaron lo que ocurría en la interna, incluyendo el manejo irregular de recursos pertenecientes a la FDPB (recibidos por parte del IPD durante el 2014, 2015 y 2016). Tras la investigación sobre el caso, la Segunda Sala del CSJDHD decidió en febrero del 2017 inhabilitar por cinco años a Víctor Lainez, además de multarlo con el pago de 20 UIT.

En el 2016 hubo elecciones y ganó Javier Quezada. Sin embargo, el IPD no lo reconoció como presidente porque se encontraron irregularidades en el proceso electoral (10 observaciones). Tras ello, en abril del 2017 el IPD designó un grupo de trabajo para que la FDPB no quede sin un representante, el cual estuvo liderado por Ricardo Duarte, ex seleccionado nacional. El grupo encabezado por Duarte ingresó la solicitud de inscripción a la SUNARP pero no pudieron ser inscritos ya que habían otras solicitudes en cola, las cuales fueron realizadas por la directiva de Quezada. Es ahí cuando, ante la falta de un representante legal, intervino la FIBA. La Federación Internacional le dio un plazo a la FDPB para poder solucionar el problema de las solicitudes de inscripción, pero esto no se arregló en el plazo establecido, lo cual ocasionó la suspensión impuesta en el 2018 y posteriormente la desafiliación determinada en el 2021.

Tiempo después, en mayo de este año hubo elecciones generales donde se eligió a una nueva junta directiva, la cual está encabezada por Víctor Cisneros Colchado. Recién el 18 de agosto el IPD emitió la Resolución de Presidencia de Consejo Directivo N° 046-2022-IPD-P/CD, en la cual resuelve reconocer la nueva Junta Directiva de la Federación Deportiva Peruana de Básquet. De esta forma la junta dirigida por Víctor Cisneros quedó reconocida oficialmente por el Estado Peruano y el Comité Olímpico Peruano.

¿Qué es lo que sigue ahora? Sin duda, empezar los trámites de re-afiliación ante la FIBA y poco a poco sacar del hoyo a la disciplina que por años estuvo en el olvido. Desde luego, un gran reto para Cisneros, pero si se trabaja pensando en el bien del deporte se podrá lograr una reestructuración exitosa. Esta parece ser la luz al final del túnel del básquet peruano. Esperemos que así sea.