Por Sebastián Guerra
Tengo casi 26 años y veo fútbol desde los ocho. Alemania 2006 fue ese empujón hacia esta enfermedad llamada también “deporte rey”. Desde la pichanga infaltable en la pista de San Miguel, las olimpiadas de mi colegio o algún intento de división menor, el fútbol se volvió parte de mi ADN y los mundiales la excusa perfecta para poder decir que este deporte era el más hermoso de todos. Además, sin ánimo de ser romántico, creo que en ese momento pude confirmar que la tierra era redonda, pero porque el planeta no gira tal vez en torno al sol, sino a un balón.
Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 fueron una parte importante de mi vida también. España por su estilo vistoso y señorial. Una manera tan elegante de jugar a la pelota que esta parecía tener traje y corbata cuando jugaban los españoles. Por otro lado, mi favorita de toda la vida (Alemania) con jugadores que quizás te transmitían menos algarabía, pero más el fútbol como yo lo siento: vertical, rápido, físico, eficaz y no tan estético.
Paralelo a eso, era inevitable pensar si alguna vez vería a mi Perú en los mundiales. Ya no me bastaba con Alemania, Inglaterra, Messi, Cristiano, Kaká, Ronaldinho, etc. No era suficiente comprar alguna camiseta germana o conformarme con la alegría pasajera de que mi familia paterna se alegrara por las participaciones japonesas y las bromas de mi tío con el portero Kawaguchi en 2006 llenando mi Panini.
2017 y ya con una mirada más profunda de lo que era el fútbol en cuanto a ataque, defensa y sus transiciones entre una y otra, me permitió cumplir ese sueño. A la postre, me terminó por dar un empujón más: dedicarle mi vida al deporte en general y volverme periodista. Lo que tanto quise hacer desde que tengo uso de razón, pues nunca soñé con patear una pelota y ser parte de la historia, sino contar la historia y que trascienda en el tiempo.
Terminado Rusia 2018 y tras enterarnos de que Qatar 2022 se jugaría a finales de año, me considero en la potestad de creer que todos teníamos la duda sobre qué cosa nos esperaría en este mundial. Normalmente esperábamos cuatro años y ahora esperaríamos cuatro y medio. Teniendo en cuenta que soy parte de la generación de la instantaneidad y que la espera desespera, todo pintaba mal.
Lo curioso de todo esto que voy contando es que comencé queriendo hablar de Messi y su consagración, pero me doy cuenta de que me resulta imposible no contarlo como parte de mi historia porque lo vi crecer. Lo vi envejecer y me hizo preguntarme más de una ocasión cómo hacer para poder congelar el tiempo. Leo, te juro que quisiera poder hacerlo para que este presente perfecto no se vea opacado por minutos mundanos producto de un tiempo que es tan indolente e indiferente que se empaña en pasar e ir dejando atrás esto que acabas de lograr: ser campeón mundial.
Para todo aquel que lea esto, quizás la conclusión más rápida es que soy un Messista, pero nada más lejano de la realidad. Desde muy niño fui Católico por religión y convertido al Cristianismo por obra y gracia de un portugués que me transmitió el fútbol como nadie, pero con el tiempo, con la experiencia, con las arrugas y canas que seguramente se han encontrado Leo y Cristiano, hoy soy un amante del fútbol como tal, pues ellos dos son el fútbol total. Son irrepetibles y son los más grandes que seguramente voy a ver.
De más niño, creo que todos cometimos el error de compararlos y pelear con otros para dejar en claro nuestra posición. Peleábamos nosotros cuando ellos se enfrentaban cada domingo en una rivalidad hermosa que lamentablemente fue pasajera. Peleábamos nosotros cuando ellos competían y individualizaban el deporte más colectivo de todos, pero desde la hidalguía, respeto y admiración por el otro. Nunca se pusieron una mala cara, nunca pelearon. Siempre se tuvieron en lo más alto el uno al otro.
A los dos solo les faltaba ganar el Mundial y nunca tuvieron una generación que los acompañe. Lamentablemente a ambos les tocó una generación buena en su última oportunidad, pero los agarró en distintas etapas de sus carreras. Leo en un estado de forma épico y Cristiano sin pretemporada, saliendo mal de un club donde es ídolo y afectado aún-como el mismo ha dicho-por la muerte de su hijo.
Qatar 2022 fue un mundial de emociones. Cristiano logró ser el único jugador en anotar en cinco ediciones. Las cinco que pude ver. Messi se volvió el jugador que más partidos disputó (26), el que más minutos jugó y el argentino con más goles anotados superando a Batistuta con 12 goles.
Leo, lo que jugaste en este mundial es algo que no puede ser descrito. No existe palabra justa para catalogar tu obra. ¿Pletórica? ¿Excepcional? ¿Majestuosa? Creo que quizás la palabra es infinita. Sí, como tu juego. Tu juego infinito.
Valdano, quien tiene la habilidad de la palabra escrita y/o hablada tan alta como su capacidad con una pelota en su época, catalogó a Diego como “el ausente más presente”. Eso mismo creo que calza con tu mundial, “Pulga”. No constante y a cada minuto, pero sí preciso, clínico, épico.
La historia tuvo como antagonista a Mbappé. Nadie podía ponerlo mejor, creo yo. La última oportunidad de Cristiano y Messi. El primero fuera en cuartos de final, el segundo a la final contra la vigente campeona del mundo. El rival, quien estuvo a una tapada de ser el villano más grande de la historia, tuvo y tiene como ídolo máximo a CR7, el eterno rival de Leo. En épocas de historietas, Kylian es un vengador.
Baile incluido hasta los 78 minutos. Un antagonista digno sacó dos jugadas de la nada para empatarlo. Di María primero el héroe y cobrándose una revancha. Luego Leo para poner un 3-2 que ya parecía poner fin y darnos un héroe definitivo, pero un Mbappé que nuevamente quiso alargar el sufrimiento de la mayoría.
En el partido de la revancha del “Fideo” y “La Pulga”, se terminó hablando más del “Dibu” y una atajada en el último suspiro que valió un Mundial. Argentina ganó la Copa en ese momento y no en los penales.
En la mejor final de la historia, en uno de los mejores partidos jamás jugados, en el mejor mundial que vio toda una generación, Lionel Messi se coronó campeón del mundo. El fútbol, tantas veces injusto, cruel y que te hace preguntar si vale la pena seguir en su atmósfera, hoy le devolvió a Leo un poquito de lo mucho que este le entregó en casi 20 años de carrera. Creo que le devolvió los intereses de toda la hipoteca que estuvo pagando. Se quitó la mochila injusta que le dieron por no levantar la Copa desde el 86. Los ojos del mundo siempre están sobre el y que terrible debe ser, pero el domingo 18 de diciembre del 2022, ser Messi tuvo que ser más hermoso que nunca.
Me animo a decir que fue el final mundialista de Lionel. Una historia que cierra con broche de oro y que culmina el mismo mes que yo terminé mi historia con la carrera. Finalmente, te doy las gracias y espero que esto sirva para pagar la deuda que tenemos los simples mortales contigo. Una deuda que no es monetaria, pero sí sentimental. Una deuda que jamás podríamos pagar si se tratase de dinero porque está basada en los recuerdos que nos has dado y que serán tan eternos como los relatos de Homero en “La Odisea”.
Fue un privilegio acompañarte, Lio.
Rubén Martínez dice
Excelente nota Sebastián!
Carlos Cruzado Malca dice
Muy buena tu nota, un futuro grande te espera
Vera Lucia Fuentes dice
Amé cada línea! Increíble lo de Messi, increíble como me lo transmitiste!
Jair dice
Excelente nota Sebastian, fue demasiado interesante! Éxitos
CRISTHIAN dice
Muy buen artículo
Leonor Muro Rodríguez dice
Te felicito Sebastián! Escribes muy bien. Me emocioné mucho con tu relato. Éxitos.
Dina norma Chávez Arrieta dice
Gracias amo esta trabajo de messi estoy muy orgullosa de tanto talento
Dina norma Chávez Arrieta dice
Gracias por tu historia bien hecha tienes talento de Messi
María Angélica dice
Me encanta el futbol, felicitaciones tu artículo sobre Messi.
José dice
Felicitaciones Sebastian por tu articulo deportivo del futbol se nota mucho sentimiento.
Sigue adelante.