Por José Manuel Quintana
Corría octubre del 2013, hace poco más de 10 años, y Lima era la ciudad elegida para los Juegos Panamericanos del 2019. Susana Villarán, junto a una delegación que incluía a deportistas y miembros del Comité Olímpico Peruano, se presentaron en Toronto para escuchar el veredicto de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA). Lima tenía como principal contendiente a Santiago, sí, la capital chilena. La ciudad sureña mostraba grandes opciones en la infraestructura y la historia la erigía como una ciudad que albergó un campeonato de fútbol mundial, allá por el 62, esa justa recordada por la lesión de Pelé y la descollante actuación de Garrincha. Pero Lima se impuso, esa ciudad que refleja al país: desigual y alborotada, caótica e informal, gris por lo general. Pero a pesar de los ostensibles problemas que aquejaban la ciudad, aparecía Lima 2019 como la gran oportunidad para cambiarnos la cara, lavárnosla y elevarnos como una ciudad mejor, un país mejor. Se habló hasta el hastío de LEGADO, cuál legado me pregunto.
Santiago 2023 nos volvió a desnudar. Es de conocimiento público, y no hiperbolizo, que varios deportistas peruanos son desahuciados por el estado. Santiago 2023 nos volvió a desnudar. Todas las preseas doradas traídas del país mapochino fueron por deportes individuales, y en el medallero general, son ínfimas las excepciones. El apunte lo hizo Caterina Romero, ganadora del oro en Sunfish individual femenino en Santiago para ADN Deportivo. Caterina, además, al ser consultada sobre el presupuesto que le brinda el estado, comentó que alrededor del 50% sale de su bolsillo. La campeona panamericana se refirió sobre el programa de apoyo del IPD para los deportistas que competirían en Santiago, este fue implementado cinco meses antes del inicio de los Juegos, sí, cinco.
Tan sólo dos días después de iniciados los juegos, Cristhian Pacheco nos daba una alegría enorme al coronarse bicampeón panamericano en la Maratón de Santiago. Palmas para él. En su llegada a Lima, Pacheco brindó unas declaraciones para RPP que nos dejó perplejos, atónitos. El maratonista, sin mucho ánimo de esperanza y cercano a la resignación, expuso que nadie lo había ido a recoger al aeropuerto. Nadie del IPD. Fue un cachetazo, esos que te mandan a la lona. Así fue. Lo dicho por Pacheco caló tanto que marcó un precedente: a todos los deportistas de Santiago que llegaran a Lima, representantes del IPD los recibirían con una condecoración. Lo hecho, hecho estaba.
Rebobinemos algunos días y traigamos a escena el caso de Eriberto Gutiérrez. El deportista peruano que consiguió la medalla de bronce en canotaje. Eriberto fue invitado para ser homenajeado por las autoridades de su ciudad, en Abancay. La premiación parecería ser una de las tantas, ya recurrentes, en que el discurso del deportista pareciera un monólogo. Eriberto Gutiérrez rompió el molde y de su boca sólo salieron hechos, que al escucharlos retratan lo que pasan muchos deportistas. El alcalde de Abancay quiso “pasarse de listo” y condecorar “conchudamente” a Eriberto cuando este le había negado apoyo antes de Santiago 2023. “¡Este es esfuerzo mío!”, dijo Eriberto, nunca mejor dicho.
Más allá de que, para nuestro país, el balance podría ser “positivo” por las 32 preseas conseguidas y el noveno lugar en el medallero, existe una falta de compromiso por parte de quienes deben hacerse cargo de darle el valor que se merece a los deportistas peruanos que, en el argot nacional, se sacan la mugre por el país. Santiago 2023 nos volvió a desnudar. Oblitas alguna vez dijo: “el deporte es gasto, no inversión”, a los de arriba no les queda claro.
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