Por Gonzalo La Torre Elera
En las olimpiadas de Tokio 2020 debutó el Skateboarding, rompiendo los esquemas de un deporte muchas veces mal visto. De hecho, nuestro representante nacional es uno de los que mejor resultado ha obtenido a lo largo de la competición.
Quien no ha escuchado en algún momento un comentario despectivo, o alguna queja, sobre chicos que han estado montando la patineta en un parque o en la calle. O peor aún, quizás hemos visto como personas llaman a la policía para que se lleven a los “vagos” que estaban fregando en la zona. Por primera vez el skateboarding ha sido reconocido como deporte olímpico en los juegos de Tokio 2020, poniendo fin, al menos un poco, a ese estereotipo de que todos los que lo practican son vagos o personas sin futuro. Ángelo Caro, chiclayano de nacimiento, marcó un hito y quedó entre los mejores de toda la competencia, cuando nadie lo tenía en el radar. Los comentarios en las redes fueron de todo tipo.
A propósito de esto, Eduardo Romay, capitán de la Selección Nacional de Vóley Masculino alzó la voz contra los prejuicios que abundan dentro del deporte, con un tweet muy potente que causó también bastante revuelo, y que lastimosamente tiene mucha verdad.
Romay conoce esa realidad de primera mano, a pesar de ser el capitán de la selección de un deporte influyente como es el vóley aquí. Nuestra sociedad es sumamente prejuiciosa, estereotipada y excesivamente conservadora, incluso en actividades como el deporte. Eduardo ha jugado en Europa y Asia, es un deportista joven y con mucho talento, pero aun así no está exento a la realidad en la que convivimos. En el caso de Caro es distinto, pero también se trata de una presteza que es señalada de forma peyorativa a pesar de contar con mas de 10 skateparks solo en Lima para practicarla.
Nuevamente, lo logrado por Ángelo trasciende de lo netamente deportivo, pues demuele los esquemas de una disciplina que es nueva en unos juegos olímpicos pero que demuestra que tiene potencial para nuestro país. A sus 21 años, hizo historia ubicándose entre los mejores de su categoría en una actividad que tiene casi nulo apoyo en el Perú, como tantos otros deportes que no son valorados porque no “venden”. Quedó quinto en Tokio, y en las redes comentaban que no deberían alegrarse por él ya que “ni siquiera consiguió una medalla”. Por otro lado, varios medios lo contactaron para entrevistarlo, y seria genial si se tratase de una reflexión honesta y no de una estrategia comercial que aprovecha el momento.
Pero, ¿por donde pasa esa rentabilidad que aplasta todo lo demás? La pelota está en nuestra cancha, en términos deportivos. Si no comenzamos primero por conocer a las otras disciplinas que tenemos en el país -como la esgrima, motocross, tiro, bádminton y tantos otros más- y luego apoyamos a los deportistas al menos asistiendo o sintonizando las competencias, será difícil hacerlos masivos y colaborar a que terminen de profesionalizarse con mayores recursos, en todo sentido.
Si en las épocas actuales todo se mueve por dinero e intereses, es posible entonces darles cabida a estos deportes volviéndonos consumidores -o hinchas, para no sonar tan mercantilistas-. Ya si alguno no te gusta, con mirarlo de vez en cuando podemos aportar un granito de arena. Solo por señalar un dato, con la llegada de venezolanos tenemos una gran oportunidad de potenciar la liga de béisbol del Perú y hacerla mucho mas competitiva, considerando que en ese país es un deporte masivo y de alto nivel. ¿Sabían que teníamos una liga de béisbol? Hasta hace unos meses este servidor no. Pero la mea culpa es el primer paso hacia un cambio.
Igual, o incluso más importante que ello, es darnos cuenta de los estereotipos absurdos que rodean al deporte y nos anclan al subdesarrollo. El vóley no es un deporte para mujeres, el fútbol no es exclusivo de hombres, el surf no es de “pastrulos” y demás comentarios que ya conocemos. Esas construcciones las atribuimos los demás, y desde la ignorancia, pues finalmente no hay géneros en disciplinas que tengan que ver con la actividad física. Por un lado, se critica duramente a los deportistas que no consiguen logros, pero se desconoce la situación de precariedad en la que suelen prepararse. Así es imposible. No se le puede exigir a un deportista que no se prepara como debe, o que lo hace en términos inferiores a sus rivales, y pretender que obtenga los mejores resultados. Por eso lo de Angelo es tan meritorio, más aún en el contexto de novedad que representa su deporte en unos Juegos Olímpicos.
Ojo, todos los peruanos que nos representaron en Tokio han dejado todo en sus disciplinas correspondientes, pero de nuevo, no podemos cerrar los ojos frente a una realidad que no está yendo bien. Merecen un aplauso y gratitud de parte de todos, además de asumir el compromiso de remar por nuestro lado hacia la meta de un país polideportivo.
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