Por Juan Camilo Ochoa
El que alguna vez enamorara a las tribunas de Anfield Road con sus enganches y pegadas desde media distancia, ahora vive una odisea desde su llegada a tienda blaugrana.
La salida de Neymar del Barcelona al PSG en el 2018 fue una situación adversa e inesperada para el ambiente del club blaugrana. Las arcas de la institución catalana se llenaron con el depósito de los 222 millones de euros, pero a los ojos del resto de clubes de Europa, vieron que el Barcelona necesitaba un reemplazo para el astro brasileño.
El primer heredero en tocar la puerta fue el joven extremo francés Ousmane Dembele, que llegó procedente del Borussia Dortmund por una cifra superior a los 100 millones de euros y que en sus primeros meses dio muy buenas impresiones, hasta que una lesión mermó su rendimiento y obligó al Barca a buscar otro reemplazante a mitad de temporada.
Coutinho en el horizonte blaugrana
El Barcelona ya había tanteado al enganche brasileño a principios de año, pero la negativa del Liverpool era tajante y no iban a dejar ir a su estrella por una oferta que no fuera ridículamente grande y que cubriera la salida del diez de Anfield Road.
Esa oferta llegó en el mercado de invierno del 2018, 120 millones de euros y 40 millones más en variables fue la cantidad que convirtió a Coutinho en el refuerzo más caro en la historia del Barca, que firmó hasta 2023 un contrato de 5 años. La inversión en su nueva figura debía cubrir las cuotas que dejo la salida de Neymar y la lesión de Dembele, sin embargo, las cosas no se darían según lo planeado.
A su llegada el brasileño sostuvo “Aún no me creo que haya fichado por el Barça. Estoy muy ansioso por que empiece todo, esto es un sueño para mí y mi familia». Lamentablemente, el sueño paso a convertirse en pesadilla. En los primeros seis meses como blaugrana el rendimiento fue irregular, acusando una falta de adaptación.
Ya en el 2019 las cosas se comenzaron a torcer para Coutinho, su temporada estuvo marcada por las lesiones que lo marginaron a perderse 3 meses de competición y todo se terminó de derrumbar en la remontada ante su ex club el Liverpool, quedando así eliminado de la Champions.
Escape a Alemania y Brasil
Las expectativas que se tenían del astro brasileño se iban acabando cada vez más en la tienda blaugrana: A pesar de hacer un Mundial de Rusia 2018 decente de la mano de su selección brasileña, Coutinho veía como el club que lo había firmado hace unos años buscaba la forma de deshacerse de sus servicios para evitar pagar su salario.
El Bayern Múnich obtuvo su cesión para toda la campaña del 2019 y ahí logro cuajar buena actuaciones actuando de elemento de rotación. Inclusive enfrento al Barcelona, club dueño de su pase, venciéndoles en un aplastante 8 a 2, para posteriormente consagrarse campeón de Champions con el conjunto bávaro.
El club alemán estaba contento con el rendimiento del brasileño, pero su traspaso era imposible de costear por el alto precio que tenía, el Barca solo lo dejaría salir por 120 millones de euros, por lo que tuco que volver al conjunto blaugrana para la temporada 2020.
Entre medias, Philippe Coutinho viajo a su natal Brasil para competir con su selección en la Copa América 2020, competición de la cual saldría como campeón, luego de vencer a Perú por un marcador de 3 a 1 en el mítico estadio del Maracaná.
A la deriva en el Barca
Ronald Koeman pidió la incorporación del brasileño para afrontar la temporada 2020, con la idea de que el mediocampista logrará repuntar su paso como blaugrana. Sin embargo, luego de un arranque fulgurante, las lesiones volvieron a marginar al brasileño que tuvo muy pocas chances de jugar en el resto de temporada,
Ya para la temporada actual y con el Barcelona en plena reestructuración deportiva con su nuevo presidente Joan Laporta, Coutinho ya no es tomado en cuenta y se busca una salida para el enganche nacido en Río de Janeiro, pero su alto salario y su costo de fichaje, que ronda los 40 millones, son una traba importante para el futuro del brasileño.
Equipos como el Arsenal, Milán y Everton han preguntado por él, pero sus bajos rendimientos y el alto gasto económico que supondría tiran para atrás cualquier interés por parte de sus pretendientes.
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