Por Janeth Canchari
Soy mujer. Continuar leyendo este artículo significa que probablemente esperes dos casos:
una crítica a la visión androcéntrica del periodismo deportivo o una gran historia sobre cómo
marcó mi vida. No. Si lo vieras y escucharas como yo lo hago actualmente, tal vez
comprenderías que, ante la pregunta sobre qué es el periodismo deportivo desde mi punto de vista,
mi primer pensamiento tiene sentido: sé lo que quisiera que sea.
El presente artículo tiene por objetivo responder la pregunta previamente mencionada, por lo
que me veo incentivada, no obligada, a reflexionar mientras cultivo mi primer pensamiento
en las siguientes líneas y ver qué florece como resultado.
Para ello es preciso mencionar que, como se aclaró en un principio, no pretendo criticar la
visión androcéntrica del periodismo deportivo (sí, lo afirmo), o buscar una marca de este en
mi vida como sustento de mi respuesta. Ya hay vastedad. Quiero explicar como dichas
percepciones afectan lo que uno cree que es.
Sentados en una mesa viendo un partido, combate, o competición, nadie le preguntaría,
menos si se trata del ardiente fútbol, a la única mujer presente su opinión o, en el peor de los
casos, le preguntan sobre su percepción de este con ojos expectantes, todos esperando que,
por lo menos, esté a la altura de sus críticas. Todos aplauden su intento, todos se fascinan por
su percepción, todos, a lo mejor, si presentan una sincera curiosidad, mas lo que esperamos
que reflejen es que nos vean capaces de debatir con ellos como iguales.
Realmente no sé cómo esperan que las críticas hacia el androcentrismo en el periodismo
deportivo cesen de presentarse cuando es común presenciarla en una situación cotidiana.
Estoy cansada, cansada de que todos alardeen de una pasión compartida cuando aquello que
hacen es medirla, sobre todo, contra nosotras. Una mujer es totalmente capaz de hablar con ardor
por horas sobre como “(I’ve Had) The Time of My Life” de Bill Medley y Jennifer Warnes en la icónica
película “Dirty Dancing” es el baile, el baile perfecto, el ideal soñado, porque todas por un efímero
eterno momento eran la chica de Patrick Swayze, todas eran Jennifer Grey. Hablamos del sentir en
cada paso, del movimiento de caderas, la posición de las manos, ¡el levantamiento! sin ser especialista,
sin haber estudiado para ser coreógrafas, e incluso, sin saber bailar.
¿Puedes imaginar ahora a una mujer apasionada, profesional y con un gran manejo del
vocabulario siendo periodista deportiva? ¿Te imaginas a la chica de Patrick Swayze como
periodista deportiva?
La pasión es la gran base.
Aquella idea de que las mujeres romantizan todo lo que hablan, que se ven mejor y son
precisas para tratar temas de farándula es, hasta cierto punto, repugnante. Durante un no tan
corto tiempo de vida de una adolescente que conecta con su padre mientras comentan un
partido y comen chucherías, uno puede darse cuenta que se puede romantizar a los
deportistas, a los héroes. No caracteriza a un solo género y, hasta cierto punto, le da un peso
especial al análisis.
Todo ello explica porqué se critica el androcentrismo, porqué se alude a la vívida experiencia,
y el porqué afecta lo que creemos. Es el tallo de nuestra percepción.
Sé que quisiera que la pasión no sea medida, sé que quisiera que las citas sobre la magnitud
de la pasión por el deporte no provengan en su mayoría por hombres, sé que la igualdad
buscada va dirigida con ánimos de debate como pares, sé que quiero que sin necesidad de
cubrirnos la cabeza y distorsionar nuestra voces, nos escuchen, nos escuchen de verdad. Ese
es el punto, esa es mi flor.
Carlos Bejarano dijo que, prácticamente, un buen periodista debe tragar cultura. Yo agregaría
que, prácticamente, debemos también hacer todo lo posible para fomentarla junto tanto con
nuestros más buenos y sinceros deseos como con los principios.
Si me volvieran a preguntar sobre qué es el periodismo deportivo desde mi punto de vista, ya
no miraría hacia arriba pensando solo en lo que sé que quisiera que sea. No. Levantaría mi
mano, prendería el micrófono y diría: Sé lo que quisiera que sea, y porque lo sé, es que
afirmo que es el reflejo no solo de la pasión por el deporte, sino también por la palabra del
cambio.
Porque yo sé que en el deporte comentar requiere de gracia, fuerza y pasión, de un preciso
uso de la palabra, requiere ser conocedores del peso que estas tienen. Porque sé lo
que quiera que sea y por eso sé lo que diré para que lo sea.
Este es un partido para alquilar balcón.
Michelle Ravello dice
Muy interesante!! Es cierto que se pretende que cesen las críticas del androcentrismo en el periodismo deportivo a pesar de que esta visión se encuentre todavía sumamente presente en situaciones cotidianas; por ejemplo, cuando se observa a una mujer conduciendo un programa de periodismo deportivo.