Por Janeth Dax Canchari Reyes
Planificación. Un ícono, referente deportivo con una influencia valiosa se caracteriza por su
carácter, actitud y temperamento, pero con este último no hacemos referencia a la
agresividad o el cumplimiento de expectativas de masculinidad o feminidad propias de una
sociedad homohistérica, sino al temple de su método para hacerle frente a situaciones y
problemas concretos. Construir un proceso relacionado con la anticipación incrementa
significativamente los niveles de probabilidades de que el entrenamiento deportivo del
deportista tenga éxito. Trazarse objetivos y metas ayuda a una formación capaz de
trascender y adaptarse al contexto en el cual puede verse implicado, por ello el apoyo
psicológico en la disciplina tiene como principal objetivo lograr que el individuo rinda al
máximo en el aspecto mental y psicológico.
Son cuatro los puntos a trabajar: la concentración, focalizar energías y recursos
psico-emocionales; la atención, focalización, eficacia en percibir componentes que se
desarrollan en la zona de juego; la motivación, por el movimiento de energías internas
(utilización de los propios recursos); y la comunicación, conexión armónica y eficaz con el
propio equipo (cooperación) y rivales (competencia). En suma, se contribuye a tener
expectativas óptimas, dotar sensaciones de control y trabajar tanto la atención como la
concentración.
La fortaleza mental ha sido factor clave en el presente contexto pandémico, puesto que la
confianza intrapersonal depende de factores también externos. Los deportistas han
paralizado y modificado sus rutinas considerando las restricciones sanitarias impuestas por
el Estado de Emergencia, el distanciamiento y aislamiento social obligatorio. Evidentemente
la preparación para la alta competición se vio afectada.
Pese a no traer ninguna medalla a casa, se obtuvieron cuatro diplomas olímpicos, los
cuales se brinda a los deportistas que alcanzan hasta los ocho primeros puestos, y
destacaron rendimientos como el de Lucca Mesinas, quien arribó a cuartos de final, y el de
Angelo Caro, quinto en skateboard, competencia que se realizaba por primera vez en las
Juegos.
Sin embargo, en este punto y tratando el tema de fortaleza mental no podemos dejar de
mencionar a nuestros deportistas que compitieron en los Paralímpicos. Fueron once los
exponentes que viajaron a Tokio para participar en seis de los veintidós deportes del
programa. El mayor reto al que se enfrentan es demostrar que una discapacidad no detiene
los sueños.
La visibilización que se le da a las personas con discapacidad les brinda oportunidades
para formar alianzas con marcas y trabajo con asociaciones clave. Como bien se menciona
previamente, son diversos los factores que llevan al Estado a involucrarse con el rubro
deportivo, mas también hay que destacar el esfuerzo personal que reflejan estas personas
que logran que la psicología del deporte siga siendo foco de atención en los procesos
durantes y después de su entrenamiento.
Una sequía que duró 17 años para el Perú sin ganar medallas en los Juegos Paralímpicos.
La parataekwondista Angélica Espinoza, de 23 años, se colgó la
presea de oro de la categoría 43-49 kg en Tokio 2020 luego de vencer en la final a la turca
Meryem Cavdar por un contundente 34-21.
Desde los Juegos Paralímpicos de Toronto 1976, el país acumula actualmente en su
historial 4 medallas de oro, 1 de plata y 4 de bronce. Jimmy Eulert, nadador, fue el último en
lograrlo al conseguir dos de bronce en los Paralímpicos de Atenas 2004.
“Mi objetivo era ganar la medalla de oro. Me preparé fuerte desde que empezó la pandemia,
siento que este problema de salud mundial me dio la oportunidad para lograr este objetivo.
Era mi sueño estar aquí y lo pude lograr”, manifestó Espinoza para la Asociación Nacional
Paralímpica del Perú (ANPPERU).
La primera oración de este discurso va dedicada a ella: Angélica Espinoza, el ángel que nos
quitó la espina. Una espina naciente de la sequía y falta de héroes deportivos.
Nacida con Agenesia de la región distal del miembro superior izquierdo, es decir, con la
ausencia de su muñeca y mano izquierda, fue reconocida como la mejor mujer paratleta del
continente por el Comité Paralímpico de las Américas (APC), además de quedar en la
historia como aquella que venció a sus rivales en los cinco torneos previos con énfasis en el
logrado frente a la campeona mundial y número uno del ranking, la mongola Enkhtuya
Khurelbaata. Las felicitaciones se hicieron tanto a nivel de redes sociales por la cuenta
oficial de Tokio 2020 y a nivel nacional por todos los medios.
Angélica es un claro ejemplo de lo requerido, una profesional potencial que compite desde
el 2017, alguien que mantuvo la seriedad y alcanzó triunfos. No solo utilizó eficientemente
los recursos del Estado y enfrentó las adversidades del contexto, sino que potenció, como
requería además su condición, el nivel psicológico que involucra el deporte. Si bien la
historia no la va a olvidar, esperemos que el pueblo peruano tampoco.
Pareciera que se requiriera de estímulos constantes por parte de los medios de
comunicación para informar lo que implican estas grandes hazañas. Llamamos “héroes” a
nuestros representantes ganadores, pero ¿cuántos lo sentimos así? Deberíamos saber sus
nombres antes de que sean ganadores, no solo cuando lo son. Sí, estos atletas son
diferentes, viven en diferentes condiciones, sus gastos mensuales multiplican los de una
persona nacida sin discapacidades. Algunos pensarán que viven amargados de la vida por
las condiciones en las que viven, otros necesitan saber lo que sufrieron para llegar donde
están para comenzar a empatizar. Pueden salir lágrimas por las historias de superación,
pero ¿hasta donde llega la contribución como público?
Con o sin discapacidades, no miramos a los ojos. Visualizamos a través de las pantallas sus
intentos y proezas, tal vez incluso solo de reojo para mantenernos lo “suficientemente”
informados de lo que acontece cada cuatro años, mas nadie recuerda salvo los escándalos
o ganadores. Lamentablemente, solemos comparar el nivel de competición el europeo,
asiático, norteamericano, pero no somos ellos. No lo seremos. Nuestra cultura es diferente.
Y ello no implica que sea menor, pero la realidad es que no se define, se bambolea entre lo
que quisiéramos y esperamos, no por cuál podría ser el proceso. Las expectativas que
tenemos hacia ellos y la de estos mismo a su persona son fuente de motivación y energía,
no podemos olvidarlos, no podemos recordarlos solo cada cierto periodo de tiempo, y
aunque se critique los aplausos por el intento porque no quedan entre los tres primeros
puestos, debemos pensar que lo están intentando, están empezando, así que se le impulsa
a la continuidad siempre y cuando sea fructífera a fin de cuentas, siempre y cuando se
evidencia su mejora. No podemos etiquetarlos para siempre por algo que fueron, sino
referirnos a ellos por algo que serán. Las palabras tienen fuerza.
Probemos con incentivar a nuestros deportistas a quedarse, equiparnos dentro, realizar
competiciones para que estos vayan midiendo su nivel tal vez inclusive invitar a otros de
manera internacional. No podemos dejar que crean que les perdemos el ritmo.
Este discurso busca concientizar los factores que son relevantes e influyentes en nuestra
visión del deporte, dado que nuestrabcultura deportiva como país debe definirse para el
mañana, mas solo será posible si se despierta a las personas sobre lo que es el deporte, lo
que es un deportista a miras de lo profesional. Dentro o fuera del campo de juego, cada
individuo tiene un rol que mueve resultados y, con esperanza y esfuerzo colectivo, se
espera que en los próximos periodos puedan quitarse más espinas y nos recuerden que el
Perú, además de patria, es sentimiento que mueve.
Quien controla el presente puede controlar su pasado y futuro.
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